El astrolabio de Azarquiel

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miércoles, 17 de septiembre de 2014

La conexión telepática entre dos cerebros.

Todos hemos oído hablar de la telepatía como esa comunicación casi mágica que, hipotéticamente, puede haber entre dos cerebros, sin intercambiar ni un solo gesto. Hay personas que creen en su existencia y personas que no.

¿A quién no le ha pasado que, justo lo que estaba pensando en ese momento, otra persona, ya estuviera cerca o lejos, ha pensado exactamente lo mismo?

Recientemente la Ciencia se ha adentrado en este tema y ha aportado una pequeña ayuda para que la telepatía deje de estar en el terreno de lo especulativo y entre en el terreno de lo demostrable y lo reproducible.

El pasado mes de marzo, se realizó un experimento muy curioso (experimento internacional coliderado por la Universidad de Barcelona), cuyo objetivo era conseguir que dos cerebros, separados entre sí por 7500 kilómetros de nada, se enviaran un saludo el uno al otro, con ayuda de tecnologías no invasivas. Bien, vale, es verdad que no son sencillamente dos personas que se van a concentrar para enviarse un mensaje, sino que estas personas estaban provistas de unos cascos con electrodos (lo que llaman intefaces no invasivas computadora-cerebro o en inglés non invasive computer-brain interfaces (CBI)), pero aún así, creo que el experimento es muy interesante.

Esquema del experimento de transmisión telepática entre dos cerebros (Fuente: PLOS One)


Una de las personas estaba en la ciudad de Thiruvananthapuram (India) (reconozco que he tenido que hacer un copiar-pegar de este nombre, porque escribirlo directamente me habría llevado toda la tarde, y encima seguro que me habría equivocado) y la otra en Estrasburgo (Francia).

La idea era que una de estas personas enviara un saludo a la otra (un hola, vamos, sin enrollarse). La palabra se codificó en binario (esa famoso sistema de numeración de ceros y unos que usan internamente los ordenadores) resultando una trama de información de 140 bits, que es la que se tenía que transmitir. En la codificación se utilizó el llamado cifrado de Bacon de 5 bits, desarrollado en el siglo XVII por el filósofo inglés Francis Bacon, uno de los padres del empirismo.

Vista del emisor y receptor del experimento, con sus intefaces no invasivas pero tampoco cómodas (Fuente: PLOS One)


Pero ¿cómo se hacía esto? ¿el voluntario de la India pensaba en un 'hola' y ya está? Bueno, realmente tuvieron que poner a punto la citada interfaz, de tal forma, que cuando el emisor pensaba en mover una mano, el sistema lo traducía por un 1, y si pensaba en mover un pie, por un 0. Así, pensando en mover manos y pies, se fue creando la palabra de 140 caracteres binarios, la cual se transmitió vía internet (vale, sí, tampoco había contado que en la transmisión también intervenía la red de redes, pero esas son las pequeñas ayudas a las que me refería al principio del post).

A lo que íbamos. El receptor que estaba en Estrasburgo recibía (vía internet) la ristra de caracteres mediante su interfaz no invasiva. Esta persona tenía los ojos vendados, pero la interfaz traducía esta palabra en fosfenos, que eran notados como tenues destellos de luz en la visión periférica. Así, con un se enciende-no se enciende-se enciende, esta otra persona iba traduciendo mentalmente los destellos en caracteres binarios, hasta descodificar todo el mensaje (hay que reconocer que esto también tiene su trabajo).

Localización y orientación del punto cerebral del sujeto receptor para producir fosfenos (Fuente: PLOS One)

El experimento fue un éxito y se volvió a repetir 10 días después, pero esta vez con la palabra 'ciao'. El resultado fue idéntico. Los resultados de ambos experimentos fueron publicados el pasado mes de agosto en la revista PLOS One, por los neurocientíficos Carles Grau, Romuald Ginhoux, Alejandro Riera, Thanh Lam Nguyen, Hubert Chauvat, Michel Berg, Julià L. Amengual, Alvaro Pascual-Leone yGiulio Ruffini.


Alguno se preguntará ¿para qué puede servir esto? Bueno, pues posibilidades las hay, sin duda. Estamos en los inicios de lo que podríamos llamar mejor transmisión cerebro a cerebro (o brain to brain, que queda más profesional). Ahora dos cerebros han conseguido saludarse, pero en el futuro, y con interfaces mucho más cómodas y diminutas, se podría incluso conversar con quién quisiéramos o transmitirle nuestros sentimientos. Ya lo iremos viendo.

Vaya, ahora que lo pienso, me parece que esto no les va a gustar mucho a las operadoras de telefonía.