De todas formas, veamos quién era Tycho Brahe y qué le pasó al pobre. Tycho Brahe nació en 1546 en Suecia (en aquellos tiempos llamada Escania, como la marca de camiones, y pertenecía a Dinamarca).
Retrato de Tycho Brahe (Fuente: Wikipedia) |
Ya de pequeño se empezó a interesar mucho por la astronomía, sobre todo a raíz del eclipse de sol que observó cuando sólo tenía 14 años. Tuvo la suerte de haber sido adoptado por un tío suyo bastante millonario, por lo que no le costó mucho empezar a comprar libros de Astronomía.
Su tío no veía bien que su sobrino estudiara los astros, como un simple astrólogo, por lo que le envió a la Universidad de Leipzig a estudiar Derecho, como correspondía a su estatus nobiliario.
Tycho, a pesar de todo, continuó con su gran hobby. A los 16 años, observó una conjunción entre Júpiter y Saturno, pero con un mes de diferencia respecto a las predichas en las Tablas Alfonsinas (las de Alfonso X el Sabio, vigentes en toda Europa). Estaba claro que había que hacer algo.
Antes de continuar, tengo que aclarar que todas estas observaciones y las que seguirá realizando, se hacían al ojo desnudo, ya que todavía no se había inventado el telescopio.
Bien, el caso es que Tycho no podía soportar que hubiera errores de ese calibre, y se dedicó casi exclusivamente a registrar cuantos datos astronómicos pudo durante años de observaciones, con la mayor precisión posible. La exactitud fue una obsesión para Tycho Brahe.
A los 19 años se batió en duelo con un compañero de estudios. La causa: ver quién sabía más matemáticas de los dos. Lamentablemente, Tycho perdió la nariz en este desafortunado duelo, por lo que se hizo construir una postiza en oro y plata.
En 1572, ya de vuelta a su tierra natal, descubre en el cielo algo asombroso: una estrella que brilla cientos de veces más que el resto (más incluso que el planeta Venus, el famoso Lucero del Alba). No se lo podía creer, sobre todo teniendo en cuenta que todavía imperaban las ideas de Aristóteles sobre la inmutabilidad de los cielos. Se trataba de una supernova (estrella masiva que ha llegado al final de su vida y que ha aumentado de tamaño y de luminosidad de forma dramática) que fue visible durante 18 meses en toda Europa.
Tycho se convirtió en el astrónomo más famoso de Europa. Todo el mundo le consultaba e incluso el rey Federico II de Dinamarca le ofreció una isla donde poderse asentar y continuar sus estudios.
Al final, tras muchas negativas, Brahe aceptó quedarse en la isla de Hven, a la cual rebautizó como Uraniburg. Allí hizo construir una ciudad dedicada a la observación de los planetas y las estrellas. No escatimó en gastos, pero Tycho era feliz y encima protegido del mismísmo rey.
Plano esquemático de la época mostrando el diseño de Uraniburg (Fuente: Wikipedia) |
En 1588 Federico II muere, sucediéndole Christian IV, para el que la astronomía no tenía demasiada utilidad. El nuevo rey le echó varias broncas a Tycho por cómo trataba a los habitantes de la isla e incluso le bajó el sueldo. Esto era ya demasiado, así que Tycho hizo las maletas, recogió sus valiosísimos datos que había recopilado tras años de paciente observación y se fue de allí junto con su enano Jepp (en aquellos años, tener un enano era símbolo de prosperidad en las principales cortes europeas).
En 1599 es invitado por el emperador Rodolfo II (sobrino de Felipe II y gran protector de los alquimistas y astrólogos, como su tío) a Praga. Se quedará en el castillo de Benatek, a 30 kilómetros de la capital, con una paga de 3000 florines anuales.
Un año después, aparece en Praga otro gigante de la Astronomía: Johannes Kepler. Invitado por Tycho Brahe, pasó una temporada en el castillo de Benatek. No obstante, Kepler no tuvo una buena impresión del ambiente que allí se cocía. Fue muy mal recibido por el hijo mayor de Brahe, Longomontanus, que veía en Kepler a un competidor, más cuando Tycho Brahe le encomendó la tarea de estudiar la extraña órbita de Marte (un planeta que, de vez en cuando, iba hacia atrás, al menos en apariencia como demostraría Kepler).
Orbita retrógrada de Marte (Fuente: Wikipedia) |
Kepler estuvo a punto de marcharse de aquél castillo de locos, pero necesitaba imperiosamente los datos que había recogido Tycho Brahe, para poder desarrollar su teoría del movimiento de los planetas. Brahe le facilitaba los datos con cuentagotas.
Sello de la República Democrática Alemana conmemorativo de Johannes Kepler |
En 1601 ocurrió la desgracia. En palabras de Kepler:
El 13 de octubre, Tycho Brahe, en compañía del maestro Minkowitz, acudió a cenar en casa del ilustre Rosenberg, y retuvo sus aguas más allá de lo que exige la cortesía. Al beber más, sintió que la tensión de su vejiga se incrementaba, pero puso la educación por delante de su salud. Cuando regresó a su casa, apenas fue capaz de orinar...
Tras cinco noches sin dormir, seguía sin poder soltar su agua sin experimentar grandes dolores, e incluso así la evacuación era difícil. El insomnio prosiguió, con fiebre interna que desembocó gradualmente en delirio, y la comida que comía, y que no podía retener, exacerbaba el mal. El 24 de octubre, su delirio cesó durante varias horas, la naturaleza venció y expiró pacíficamente entre los consuelos, plegarias y lágrimas de su gente.
¿Murió Tycho Brahe por no ir al servicio cuando su vejiga se lo pedía? ¿puede matar la buena educación?
Hasta hace poco eso se creía, pero recientemente se han analizado unas muestras del cadáver de Tycho Brahe (exhumado en 1901) y para asombro de todos, se han encontrado altas concentraciones de mercurio. Ante estos datos, el pasado mes de noviembre se ha vuelto a exhumar el cuerpo de Tycho Brahe para hacer más pruebas. ¿Murió Tycho a causa de sus experimentos alquímicos, en los que se usaba el mercurio? ¿Fue acaso envenenado por Johannes Kepler para que soltara de una vez todos sus datos astronómicos? ¿O quizás el envenenador sería el rey Christian IV, al enterarse de las relaciones que Tycho mantuvo con su madre? No sé si se sabrá alguna vez (aunque espero que Kepler salga libre de cargos), pero lo que está claro es que la educación no mata, sino la mala educación en todo caso.
Muy interesante, Pedro.
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