El astrolabio de Azarquiel

El astrolabio de Azarquiel

sábado, 15 de enero de 2011

Un ordenador con más de 2000 años.

Corría el año 1900 cuando unos pescadores de esponjas griegos, acostumbrados a encontrar entre sus redes objetos antiguos como ánforas o restos de pecios, descubrieron esta vez, cerca de la isla de Anticitera, un extraño objeto metálico con ruedas dentadas, bastante oxidado, semejante a un reloj o incluso a un astrolabio.

Este objeto, que no pudieron clasificar entre todos los que conocían, provenía de un antiguo barco griego naufragado (y cuando digo antiguo, me refiero a antes de nuestra era, pues tras varios estudios, se calculó que databa del 87 AC). Pero ¿qué diablos era eso y que hacía en un barco griego? Sobre todo teniendo en cuenta que en esa época no se espera que existan ni relojes ni astrolabios ni máquinas semejantes.


Principal fragmento del Mecanismo de Anticitera encontrado en el fondo del mar (Fuente: Wikipedia)

El extraño objeto fue puesto en una caja de puros y guardado en el sótano del Museo Nacional de Atenas como una curiosidad más. Así durmió durante cincuenta largos años.

En 1950, el historiador de la ciencia Derek de Solla Price, enterado de la existencia de ese artilugio, decidió ir a Atenas para estudiarlo.
Sorprendido se quedó cuando vio que se trataba de un mecanismo con engranajes diferenciales, algo que no se conoció hasta el siglo XVI.

Solla Price llegó a la asombrosa conclusión de que se trataba de la computadora más antigua del mundo, utilizada para predecir las posiciones del Sol y de la Luna en aquellos antiguos tiempos. !!! Una computadora mecánica en el siglo I antes de Cristo !!!


Derek de Solla Price mostrando una reproducción del Mecanismo de Anticitera (Fuente: Wikipedia)

Cicerón, en su libro De re publica, hace mención de dos artefactos de este tipo construidos por Arquímedes y capturados por los romanos tras la muerte de aquél en el sitio de Siracusa (año 212 AC). A pesar de estas referencias, Solla Price no se atrevía a publicar estos resultados porque pensó que le iban a tomar por loco. Se puso en contacto con su amigo el científico y escritor Arthur C. Clark (autor, entre otros libros de 2001 una odisea espacial) para pedirle su opinión. Este habló con el director de la prestigiosa revista Scientific American (cuya edición española es Investigación y Ciencia, sin duda la mejor de su género) y ambos convencieron a Solla Price para que lo publicara. La comunidad científica y el público lector de la revista quedaron sorprendidos.


Arthur C. Clark en su casa de Colombo (Sri Lanka) (Fuente: Wikipedia)

Se demostraba que los antiguos griegos tenían artefactos mecánicos (computadoras diríamos hoy en día) capaces de hacer cálculos complejos, como es el movimiento de los astros por el firmamento.

Recientemente el físico Michael Right, empleando técnicas de tomografía lineal, ha podido escudriñar aún más la estructura del llamado Mecanismo de Anticitera. Parece ser que era aún más sofisticado y complejo de lo que se pensaba, ya que faltan piezas que podrían haber servido también para calcular las posiciones de los planetas conocidos en la Antigüedad.

En 2006, se descubrió en la estructura una inscripción que nos concierne: ΙΣΠΑΝΙΑ (Hispania en griego, y no hablo de la serie de televisión). Se trataría de la más antigua referencia escrita a la Península Ibérica que se conoce. ¿Qué tiene que ver España en todo esto? No se sabe todavía.

En 2008, se publicó un nuevo dato en la prestigiosa revista Nature: el Mecanismo de Anticitera servía también para fijar con exactitud la fecha de celebración de los Juegos Olímpicos. Como vemos, los deportes son muy importantes en cualquier época, no sólo cuando gana la Roja.

Se sospecha que tenía más funciones aún desconocidas, por lo que no me extrañaría que la maquinita hasta diera la hora o sirviera de calculadora numérica. He llegado a la conclusión de que es ahora cuando nos estamos dando cuenta de la cantidad de conocimientos que hemos ido perdiendo con el tiempo y que al redescubrirlos pensamos que somos los primeros en hacerlo. Da miedo pensar en la cantidad de sabiduría que se perdió con la destrucción de la Biblioteca de Alejandría por unos incultos fanáticos (como posiblemente varios tratados de Arquímedes sobre estas máquinas).

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