El astrolabio de Azarquiel

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lunes, 21 de julio de 2014

En el límite de la Ciencia: lo que dice la luz que emitimos.

Recientemente he tenido la oportunidad de asistir y participar en un taller curiosísimo y muy interesante. Su título era "Lo que tu luz dice" y estaba impartido por la ingeniera industrial, doctora en biomedicina y profesora de la Universidad de Barcelona, Ana María Oliva.

Por mi cumpleaños me regalaron su libro (que tiene el mismo título que el taller) y con tan solo hojearlo, me dieron ganas de saber más, a pesar de que, en ese momento, no era un tema de especial interés para mí. Es lo que el genial Pere Estupinyá (autor de "El ladrón de cerebros") llama "rascarse donde no pica", una costumbre muy sana y sobre todo en el ámbito científico.

Bien, vale, todo esto está muy bien, pero ¿de qué va el libro y de qué ha ido el taller? Bueno, paciencia, que ya lo explico.

Portada del libro "Lo que tu luz dice" de Ana María Oliva.


Todo gira entorno al campo de energía que, no sólo los seres humanos tenemos, sino también los animales, las plantas e incluso ciertos objetos. En esto puede haber muchas interpretaciones y se puede estar o no de acuerdo, pero lo que sí es indiscutible es que lo que vemos de los demás es sólo una ínfima parte de lo que hay realmente (hablo físicamente, así que psicológicamente ya ni os cuento).

Alguna vez hemos oído decir que somos seres de luz, que tal persona irradia una luz especial o que hoy encuentras a tu pareja resplandeciente. Son bellas metáforas que siempre tienen una cálida acogida cuando se dicen (hasta tu pareja te puede soltar un besazo y todo). Pero, fuera del ámbito poético, ¿qué hay de cierto en ello? ¿realmente emitimos luz o energía a nuestro alrededor? La respuesta es sí.

Muchas veces esa energía que irradiamos es en forma de calor (a veces demasiado, como estos últimos días), pero otras veces hay manifestaciones magnéticas, eléctricas (a quién no le ha dado un chispazo alguien alguna vez al acercarse mucho), químicas y, atención, un tipo no convencional de energía en forma de ondas escalares (no hertzianas).

La energía escalar es un tipo de energía que llena el espacio y de cuya existencia comenzó a hablar el genial científico croata Nikola Tesla, como una forma de transmitir la electricidad sin cables y de forma gratuita (fue tachado de visionario y no obtuvo la financiación necesaria para desarrollar su idea). Esta energía, que para muchos científicos sigue estando en el terreno de la especulación, no puede ser medida con instrumentos ya que no tiene frecuencia y para más complicación, es estacionaria. O sea, es constante, no decae con la distancia y cubre todo el espacio. Por si no os lo he dicho, estamos en el límite de la Ciencia, y por esta zona hay que ir pisando con mucho cuidado.

Fotografía de Nikola Tesla en 1895 a los 39 años (Fuente: Mark Seifer Archive)


Muchos pensaréis que si no se puede medir esta energía, no entra en el campo de la ciencia. En cierto modo es así, pero recordad las dificultades que también existen en medir la velocidad y posición de una partícula subatómica, según el principio de incertidumbre de Heisenberg de la Física Cuántica.

Entonces, y ante la imposibilidad actual de detectar o medir esa energía escalar ¿podemos ver de alguna forma ese campo energético que nos envuelve? Bien, se puede, pero de forma indirecta.

El físico ruso doctor Konstantin G. Korotkov, de la Universidad de San Petersburgo, ha diseñado una máquina, llamada GDV (Gas Discharge Visualization), mediante la cual y de forma indirecta, se puede visualizar esa energía circundante. La máquina está diseñada para detectar esa energía en los dedos de la mano. Al introducir un dedo en el dispositivo, se produce una descarga eléctrica de un voltaje muy elevado con una intensidad bajísima (no hay peligro, recordemos que en la Ley de Ohm, V=I*R, la intensidad es lo que quema, no el voltaje). La interacción entre el campo electromagnético externo generado y el del propio dedo, produce una imagen que puede decir mucho de nosotros (nuestro estado de ánimo, de salud,...).

Imagen energética generada por el GDV


Otra cosa es interpretar, en base a esas imágenes, qué nos está pasando. Realmente aquí me pierdo del todo. La doctora Ana María Oliva, asistida por la coach Silvia Pallerola, nos permitió probar esta tecnología GDV y reconozco que, al interpretar las imágenes de mis dedos (realmente, la imagen resultante es de todo el cuerpo, ya que el software en el que se apoya el GDV, lo genera mediante transformadas de Fourier a partir de las de los dedos), acertó bastante bien mi estado anímico y de salud.

Un servidor con los asistentes al fantástico taller de la doctora Ana María Oliva.


Sé que hay personas con una sensibilidad extrema, que son capaces de notar el estado de ánimo o de salud de otras personas, sin utilizar esta máquina. ¿Cómo lo harán? ¿No sería bueno investigarlo? Hay que decir otra vez que estamos en Ciencia de frontera, no mecanicista, y eso en la sociedad actual todavía es complicado. Afortunadamente, científicos como Ana María Oliva tienen el coraje de adentrarse en estos campos, sin que suponga un problema para sus carreras. Desde aquí animo a los científicos que siguen rompiendo esquemas y paradigmas para hacer avanzar la Ciencia por nuevos derroteros, como es éste de la luz que tanto dice de nosotros y que muchas veces ignoramos.

Quedémonos con la idea de que, de una forma u otra, todos estamos conectados.

2 comentarios:

  1. Muy interesante. Nos falta tanto camino por descubrir...

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  2. Eso es lo emocionante de la Ciencia: la cantidad de caminos que aún nos faltan por descubrir. Creo que vivimos en un momento apasionante del conocimiento científico.

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