El astrolabio de Azarquiel

El astrolabio de Azarquiel

lunes, 17 de noviembre de 2014

Fantasmas sintéticos.

Quien más, quién menos, ha sentido alguna vez que no estaba solo o sola, sino que había una presencia que luego, al intentar buscarla, no aparece por ningún lado. Bueno, a veces sí que aparece, y es alguien que te quiere dar un susto, pero a las presencias a las que me refiero son las, digámoslo así, fantasmales.

Hoy no voy a escribir historias de miedo ni de fantasmas, sino historias reales sobre estas apariciones y lo que la Ciencia opina tras una serie de experimentos.

Os cuento. Lo que ha ocurrido es que, en Suiza, en el Laboratorio de Neurociencia Cognitiva de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, un grupo de neurocientíficos de varias nacionalidades (suizos, japoneses e israelíes) han conseguido inducir la aparición de un fantasma en el laboratorio. O sea, que han invocado, de forma artificial, una presencia, o eso es al menos lo que el cerebro de los voluntarios que se han prestado a formar parte del experimento, han sentido.

Ilustración japonesa del siglo XIX de unos fantasmas (Fuente: Wikipedia, Autor: Kitagawa Utamaro)

¿Cómo se ha podido lograr semejante cosa? ¿Realmente ha aparecido un fantasmilla en el laboratorio, con su sábana y todo, en cuanto se le ha llamado? Nada de eso. Lo que estos científicos han hecho es crear una discrepancia en el cerebro de cada voluntario, entre lo que hacían y lo que sentían. Han engañado así al cerebro de cada uno y les han hecho creer que realmente no estaban solos sino con alguien al que no podían ver.

La verdad, es que así contado parece un poco de risa, pero algunos de los voluntarios tuvieron que dejar el experimento antes de tiempo, ya que no podían aguantar más esa extraña e inquietante sensación.

Según el neurocientífico que dirige el experimento, Olaf Blanke, todos hemos experimentado alguna vez esa sensanción de tener a alguien cerca de nosotros sin que realmente (o aparentemente) haya nadie. Según Blanke, estas sensaciones se pueden dar en casos de extremo cansancio o en momentos de miedo.

Este tipo de situaciones se pueden dar en alpinistas, exploradores, montañeros, marinos, e incluso en personas que han perdido a un ser querido recientemente. Para Olaf Blanke, no hay una explicación sobrenatural para ello. Simplemente, se trata de una integración defectuosa de la información que llega al cerebro por distintas vías: nuestro movimiento y la posición del cuerpo en ese momento. Vamos, que el cerebro se lía, no integra bien la información espacial, y crea estos fantasmas que realmente parece ser que no existen.

A los fantasmas les suele gustar vivir en castillos, por razones que desconozco. En la imagen, Castillo Maschio Angioino o Castel Nuovo en Nápoles (Fotografía del autor)


El experimento se realizó mediante lo que se conocen como técnicas de disonancia. Se les vendó los ojos a los participantes del experimento. Así, con los ojos vendados, éstos movían las manos como les apetecía. Este movimiento era emulado por un robot que, al mismo tiempo, les tocaba la espalda. Cuando el movimiento del robot estaba sincronizado con el de los participantes, iba todo bien. Sin embargo, cuando se producía una disonancia, un retardo en el movimiento del robot, no se hacía la integración entre la percepción temporal y espacial en los voluntarios, y era en este momento cuando sentían presencias cerca.

Olaf Blanke intenta desmontar con este experimento el mito de los fantasmas y las presencias intangibles, argumentando que siempre se trata de un producto de nuestro cerebro. Realmente lo importante no es que existan o no los fantasmas, sino que estas sensaciones tan angustiosas también aparecen en enfermedades como la esquizofrenia, y puede ser un buen punto de vista para investigarlas más a fondo. Ese es el verdadero objetivo de estos experimentos, porque realmente, la creencia en fantasmas no puede ser eliminada de la noche a la mañana.

Estos estudios han sido publicados en la revista científica Current biology y demuestran también que pacientes con lesiones en las regiones cerebrales temporoparietal, insular y sobre todo el córtex frontoparietal pueden crear también estos fantasmas donde no los hay.

Yo sé que Olaf Blanke tiene sus razones y las ha demostrado en el laboratorio, pero ¿quién no te dice que algún que otro fantasmilla juguetón puede estar rondando por ahí? Yo os puedo decir que conozco a más de un fantasma, aunque la mayoría suele ser de carne y hueso, y no son objeto de este artículo. Como dicen en Galicia, no creo en los fantasmas, pero haberlos haylos.

Bueno no os cuento más, porque he oído algo por la casa, y en estos momentos estoy solo ¿o quizás no? La carne de pollo se me ha puesto de escribir esto.


lunes, 13 de octubre de 2014

Los agujeros negros no existen.

Eso es lo que afirma una científica estadounidense, llamada Laura Mersini-Houghton, de la Universidad de Carolina del Norte. Al parecer, y como única herramienta las matemáticas (herramienta poderosa donde las haya, por cierto) ha conseguido demostrar que los agujeros negros son una entelequia creada por nosotros, los humanos, pero que en la propia naturaleza no existen.

!! Adiós la luz !! Ahora resulta que después de décadas estudiando esos objetos tan raros como son los agujeros negros, resulta digo que no existen. Pero ¿cómo se come esto? ¿Y ahora a quién reclamo?

Representación artística de agujero negro mostrando su disco de acreción (Fuente: Wikipedia, Autor: Keraunoscopia)


Bien, veamos primero qué es un agujero negro. Teóricamente, se trata de una estrella supermasiva que ha ido atrayendo más y más masa del espacio, de tal forma que en un momento dado, es tan fuerte el campo gravitatorio que genera, que ni la propia luz puede escapar de ella. De ahí el nombre de agujero negro. Un observador no vería más que una zona muy oscura en el espacio y quizás podría ver (cosa que dudo) el efecto que esta enorme masa tendría sobre la luz de estrellas lejanas que pasase cerca de ese agujero (el desvío de la luz, según la Teoría General de la Relatividad de Einstein).

El agujero negro así descrito no emitiría absolutamente nada y engulliría cualquier masa que estuviera en su campo gravitatorio. No obstante, el famoso astrofísico Stephen Hawking, en los años 70, postuló la existencia de una radiación de rayos X emitida por el agujero negro. Es lo que posteriormente se llamó radiación de Hawking.

Representación artística de un agujero negro emitiendo radiación X (Fuente: NASA/JPL-Caltech)


Bueno, así las cosas, todo el mundo estaba conforme con la existencia de estos agujeros negros. Eran además un recurso muy interesante para las novelas y películas de ciencia ficción. En cuanto una nave espacial caía dentro de lo que se llama horizonte de sucesos (la zona de no retorno) ya no había salvación. La nave y todos sus tripulantes eran tragados por ese agujero y ya, dependiendo de la imaginación del novelista o guionista, o era el fin de sus días o aparecían en un Universo paralelo donde hay unos curiosos y amables seres que los reciben con alegría por haber traspasado el límite del Universo.

¿Tenemos agujeros negros cerca de nosotros? Se supone que en el centro de nuestra Vía Láctea existe un agujero negro supermasivo (algunos científicos lo llaman atractor) que emite grandes cantidades de rayos X. También se supone (aquí todo es suponer) que en el centro de la mayoría de las galaxias hay uno o varios agujeros negros.

Pues bien, así tenemos montado el tinglado de los agujeros negros, cuando llega Laura Mersini-Houghton (no confundir con Laura Pausini, la cantante) y de una patada matemática desbarata todo el tenderete. Así, está totalmente de acuerdo con Stephen Hawking y su radiación de rayos X cuando colapsa una estrella, pero en lo que no está de acuerdo es en que éste es el principio de la formación del agujero. Según Mersini-Houghton, sus ecuaciones demuestran que por esa emisión de la radiación de Hawking, la estrella también expulsa masa, evitando así la formación de ningún agujero negro, ni horizonte de sucesos ni nada de nada. Unicamente nos quedan los restos de una estrella que ha colapsado y fin. Esta demostración la ha publicado en el archivo Arxiv de la Universidad de Cornell, un lugar donde los científicos suelen publicar sus estudios para una discusión previa, antes de que pasen a las revistas científicas.

Stephen Hawking disfrutando de la gravedad cero en un avión Boeing 727 (Fuente: NASA)

Nos hemos quedado sin agujeros negros, pero lo más gracioso del caso es que hace unos meses, el propio Stephen Hawking ha negado también la existencia de los agujeros negros. Sí, sí, él que tanto los ha estudiado ahora también se sale por la tangente (que para eso es físico) y no cree que existan. En el citado archivo Arxiv, da una explicación muy parecida a la de su colega Laura, poniendo además en duda que el horizonte de sucesos sea tal, rebautizándolo como horizonte aparente.

La verdad es que no veo nada de luz en todo esto. Me voy a descansar a ver si mañana lo veo todo más claro.

jueves, 9 de octubre de 2014

El misterioso origen del virus del Ebola.

Con la epidemia de Ebola desatada en Africa Occidental a finales de 2013, el mundo está verdaderamente atemorizado. Y ahora, con el primer caso de contagio de Ebola fuera de Africa (ocurrido precisamente aquí, en España, a una enfermera gallega que atendió a uno de los misioneros repatriado de Liberia, también con Ebola), mucho más. Un virus al que, aparentemente, no le afecta ningún remedio, con una tasa de contagios muy elevada y una tasa de mortalidad aún mayor. ¿A qué nos estamos enfrentando? ¿Qué es el virus del Ebola? ¿De dónde ha salido y por qué es tan peligroso? Son preguntas que todos hacemos y miramos a los científicos para ver si nos pueden aportar algo de luz.

Virus de Ebola al microscopio electrónico de transmisión (Fuente: US Centers for Disease Control and Prevention)


Oficialmente, el virus del Ebola dio la cara por vez primera allá por el año 1976 en el pueblo de Yambuku (norte del Zaire, actual República Democrática del Congo). Un profesor de 44 años, Mabalo Lokela, tras regresar de un viaje (donde posiblemente visitó la cueva de Kitum, en Kenia), ingresó en el hospital de Yambuku con un tremendo malestar general: mareos, vómitos, dolores de cabeza y fiebre altísima. Los médicos le diagnosticaron malaria, pero tuvieron que cambiar de opinión al recrudecerse la enfermedad con hemorragias sistémicas. No sabían como tratar este caso, y a los 14 días del ingreso, Mabalo murió. Fue la primera víctima mortal de este terrible virus, que recibió el nombre de Ebola por un río cercano al lugar de este primer brote. Poco tiempo después, otras personas que visitaron la citada cueva de Kitum, también fueron infectadas por un virus muy parecido, el virus de Marburg. Estaba claro que esa cueva era un reservorio de este tipo de virus hemorrágicos. Hoy en día sigue siendo peligroso entrar en esa cueva de 200 metros de longitud. Tanto es así que incluso en la Wikipedia no indican sus coordenadas para evitar que algún descerebrado entre a ver qué hay y se traiga toda la colección de virus hemorrágicos de Africa.

Interior de la cueva de Kitum (Fuente: W. M. Keck Science Department, Autor: Donald Mc Farlane)

 
El Ebola es un virus perteneciente a la familia de los Filoviridae (virus filamentosos), que infecta el endotelio capilar y diversas células del sistema inmunológico y que tiene un índice de mortalidad de hasta el 90% (aunque en el actual brote, el índice es del 55%).
Estructuralmente es muy sencillo. Consta de una molécula monocatenaria lineal de ARN, que tiene información para, tan solo, 7 proteínas que forman el virión o compartimento que da forma al propio virus. Este virión se subdivide en un nucleoide tubular (con la proteína L, que es una ARN polimerasa, y la proteína NP, que es estructural), una cápsida helicoidal y una envoltura formada por una única glicoproteína (molécula compuesta a su vez de una proteína y uno o varios glúcidos). Nada que ver con el virus del SIDA, mucho más grande y más complejo.
El origen de este virus es todavía desconocido, pero se cree que se trató de una transmisión de un animal (posiblemente un murciélago de la fruta) a un ser humano.

Otra micrografía electrónica del virus del Ebola (Fuente: Centers for Disease Control and Prevention's Public Health Image Library (PHIL), Autor: Cynthia Goldsmith)


Antes he dicho que oficialmente el Ebola apareció por primera vez en 1976, pero ¿ha habido en la antigüedad algún brote de este poco conocido virus? Es difícil saberlo, pero existe una misteriosa plaga en la Grecia antigua, cuya descripción coincide bastante bien con una fiebre hemorrágica de tipo Ebola.

Me refiero a lo que se llamó el síndrome de Tucídides, por el historiador griego que lo describió. La también conocida como peste de Atenas (429 a 431 AC) fue minuciosamente descrita por Tucídides en su libro Historia de la guerra del Peloponeso.
Los hechos ocurrieron durante el mandato del famoso Pericles. Tras afectar a zonas cercanas a Atenas, la epidemia, cuyo origen se situó en Etiopía, entró en la ciudad, propagándose rápidamente y provocando gran mortandad entre los atenienses (se dice que el propio Pericles, al que tanto había costado crear un estado del bienestar para sus ciudadanos, pereció a causa de la epidemia). Las muertes, muy rápidas, hacen que aparezca el caos en Atenas, con cadáveres por las calles y en cualquier lugar. Tuvo que ser bastante horrible y dantesco.

Busto de Tucídides (Fuente: Wikipedia, Autor: shakko)


Así comentan los investigadores Enrique Gonzalves Cravioto e Inmaculada García García (artículo Una aproximación a las pestes y epidemias en la antigüedad, publicado por la UNED), la descripción que hace Tucídides en su libro sobre los síntomas de la enfermedad (Tucídides II, 47 y ss.):

La enfermedad daba inicio con cefaleas, con el enrojecimiento y la inflamación de los ojos, de dónde la afección con toda rapidez pasaba a la garganta y la lengua, comenzando a generarse en el afectado un aliento que era especialmente fétido. Después comenzaba una especial ronquera, con estornudos, y los dolores bajaban al pecho, comenzando los incesantes ataques de tos. Después la afección pasaba al estómago, donde se generaban convulsiones, con vómitos y grandes dolores, en todo momento con arcadas. La piel mientras tanto se hallaba totalmente enrojecida, con hematomas y también se cubría de múltiples ulceraciones. Por esta razón, a los enfermos les era imposible soportar el contacto con ropa alguna, y tenían una sed continua e imparable.
La muerte en esta situación se producía entre los siete y los nueve días desde que habían surgido los primeros síntomas. Los que superaban con vida esta fase veían como la enfermedad pasaba a las extremidades, atacando los genitales y los dedos de las manos y de los pies.


La descripción bien pudiera corresponder con el virus de Ebola, aunque para otros investigadores también podría ser peste bubónica o incluso tifus. Esta epidemia sigue siendo uno de los grandes misterios de la antigüedad.

Busto de Pericles en el Museo Pío Clementino de Roma (Fuente: Wikipedia)


Afortunadamente ya no estamos en la Grecia de Pericles y la medicina ha avanzado muchísimo desde entonces. Es cierto que todavía no tenemos una vacuna contra este virus y que se están ensayando muchos posibles antivirales (como el actualmente agotado ZMapp, creado a base de anticuerpos monoclonales), pero confío en que pronto tendremos resultados positivos.
Creo que, a pesar de todo lo que está pasando y se está diciendo en los medios de comunicación, no hay que alarmar a la sociedad de forma innecesaria. Hoy mismo he recibido en mi móvil un mensaje sobre una supuesta persona que trabaja en el Hospital de La Paz, donde denuncia que hay no sé cuántos enfermos de Ebola allí y que el tema se está ocultando. No hay que preocuparse. Simplemente es un hoax, un bulo que se transmite por la red con el dudoso mérito de crear pánico entre la población. Se están creando incluso hoax muy elaborados, con supuestos casos de Ebola en Cáceres o en un Mac Donalds, con el aspecto de haber sido publicados por medios fiables.

Hagamos caso de lo que dicen las autoridades (que las de aquí no es que estén llevando demasiado bien el problema, pero en fin) y la comunidad científica. Contrastemos informaciones y seamos críticos. El resto es ruido que no hace más que crear incertidumbre, malestar y miedo. De todas formas, no descarto escribir más adelante otro post sobre este tema tan candente, porque estoy seguro de que nos vamos a ir enterando de más cosas y necesitamos estar bien informados.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

La conexión telepática entre dos cerebros.

Todos hemos oído hablar de la telepatía como esa comunicación casi mágica que, hipotéticamente, puede haber entre dos cerebros, sin intercambiar ni un solo gesto. Hay personas que creen en su existencia y personas que no.

¿A quién no le ha pasado que, justo lo que estaba pensando en ese momento, otra persona, ya estuviera cerca o lejos, ha pensado exactamente lo mismo?

Recientemente la Ciencia se ha adentrado en este tema y ha aportado una pequeña ayuda para que la telepatía deje de estar en el terreno de lo especulativo y entre en el terreno de lo demostrable y lo reproducible.

El pasado mes de marzo, se realizó un experimento muy curioso (experimento internacional coliderado por la Universidad de Barcelona), cuyo objetivo era conseguir que dos cerebros, separados entre sí por 7500 kilómetros de nada, se enviaran un saludo el uno al otro, con ayuda de tecnologías no invasivas. Bien, vale, es verdad que no son sencillamente dos personas que se van a concentrar para enviarse un mensaje, sino que estas personas estaban provistas de unos cascos con electrodos (lo que llaman intefaces no invasivas computadora-cerebro o en inglés non invasive computer-brain interfaces (CBI)), pero aún así, creo que el experimento es muy interesante.

Esquema del experimento de transmisión telepática entre dos cerebros (Fuente: PLOS One)


Una de las personas estaba en la ciudad de Thiruvananthapuram (India) (reconozco que he tenido que hacer un copiar-pegar de este nombre, porque escribirlo directamente me habría llevado toda la tarde, y encima seguro que me habría equivocado) y la otra en Estrasburgo (Francia).

La idea era que una de estas personas enviara un saludo a la otra (un hola, vamos, sin enrollarse). La palabra se codificó en binario (esa famoso sistema de numeración de ceros y unos que usan internamente los ordenadores) resultando una trama de información de 140 bits, que es la que se tenía que transmitir. En la codificación se utilizó el llamado cifrado de Bacon de 5 bits, desarrollado en el siglo XVII por el filósofo inglés Francis Bacon, uno de los padres del empirismo.

Vista del emisor y receptor del experimento, con sus intefaces no invasivas pero tampoco cómodas (Fuente: PLOS One)


Pero ¿cómo se hacía esto? ¿el voluntario de la India pensaba en un 'hola' y ya está? Bueno, realmente tuvieron que poner a punto la citada interfaz, de tal forma, que cuando el emisor pensaba en mover una mano, el sistema lo traducía por un 1, y si pensaba en mover un pie, por un 0. Así, pensando en mover manos y pies, se fue creando la palabra de 140 caracteres binarios, la cual se transmitió vía internet (vale, sí, tampoco había contado que en la transmisión también intervenía la red de redes, pero esas son las pequeñas ayudas a las que me refería al principio del post).

A lo que íbamos. El receptor que estaba en Estrasburgo recibía (vía internet) la ristra de caracteres mediante su interfaz no invasiva. Esta persona tenía los ojos vendados, pero la interfaz traducía esta palabra en fosfenos, que eran notados como tenues destellos de luz en la visión periférica. Así, con un se enciende-no se enciende-se enciende, esta otra persona iba traduciendo mentalmente los destellos en caracteres binarios, hasta descodificar todo el mensaje (hay que reconocer que esto también tiene su trabajo).

Localización y orientación del punto cerebral del sujeto receptor para producir fosfenos (Fuente: PLOS One)

El experimento fue un éxito y se volvió a repetir 10 días después, pero esta vez con la palabra 'ciao'. El resultado fue idéntico. Los resultados de ambos experimentos fueron publicados el pasado mes de agosto en la revista PLOS One, por los neurocientíficos Carles Grau, Romuald Ginhoux, Alejandro Riera, Thanh Lam Nguyen, Hubert Chauvat, Michel Berg, Julià L. Amengual, Alvaro Pascual-Leone yGiulio Ruffini.


Alguno se preguntará ¿para qué puede servir esto? Bueno, pues posibilidades las hay, sin duda. Estamos en los inicios de lo que podríamos llamar mejor transmisión cerebro a cerebro (o brain to brain, que queda más profesional). Ahora dos cerebros han conseguido saludarse, pero en el futuro, y con interfaces mucho más cómodas y diminutas, se podría incluso conversar con quién quisiéramos o transmitirle nuestros sentimientos. Ya lo iremos viendo.

Vaya, ahora que lo pienso, me parece que esto no les va a gustar mucho a las operadoras de telefonía.

lunes, 21 de julio de 2014

En el límite de la Ciencia: lo que dice la luz que emitimos.

Recientemente he tenido la oportunidad de asistir y participar en un taller curiosísimo y muy interesante. Su título era "Lo que tu luz dice" y estaba impartido por la ingeniera industrial, doctora en biomedicina y profesora de la Universidad de Barcelona, Ana María Oliva.

Por mi cumpleaños me regalaron su libro (que tiene el mismo título que el taller) y con tan solo hojearlo, me dieron ganas de saber más, a pesar de que, en ese momento, no era un tema de especial interés para mí. Es lo que el genial Pere Estupinyá (autor de "El ladrón de cerebros") llama "rascarse donde no pica", una costumbre muy sana y sobre todo en el ámbito científico.

Bien, vale, todo esto está muy bien, pero ¿de qué va el libro y de qué ha ido el taller? Bueno, paciencia, que ya lo explico.

Portada del libro "Lo que tu luz dice" de Ana María Oliva.


Todo gira entorno al campo de energía que, no sólo los seres humanos tenemos, sino también los animales, las plantas e incluso ciertos objetos. En esto puede haber muchas interpretaciones y se puede estar o no de acuerdo, pero lo que sí es indiscutible es que lo que vemos de los demás es sólo una ínfima parte de lo que hay realmente (hablo físicamente, así que psicológicamente ya ni os cuento).

Alguna vez hemos oído decir que somos seres de luz, que tal persona irradia una luz especial o que hoy encuentras a tu pareja resplandeciente. Son bellas metáforas que siempre tienen una cálida acogida cuando se dicen (hasta tu pareja te puede soltar un besazo y todo). Pero, fuera del ámbito poético, ¿qué hay de cierto en ello? ¿realmente emitimos luz o energía a nuestro alrededor? La respuesta es sí.

Muchas veces esa energía que irradiamos es en forma de calor (a veces demasiado, como estos últimos días), pero otras veces hay manifestaciones magnéticas, eléctricas (a quién no le ha dado un chispazo alguien alguna vez al acercarse mucho), químicas y, atención, un tipo no convencional de energía en forma de ondas escalares (no hertzianas).

La energía escalar es un tipo de energía que llena el espacio y de cuya existencia comenzó a hablar el genial científico croata Nikola Tesla, como una forma de transmitir la electricidad sin cables y de forma gratuita (fue tachado de visionario y no obtuvo la financiación necesaria para desarrollar su idea). Esta energía, que para muchos científicos sigue estando en el terreno de la especulación, no puede ser medida con instrumentos ya que no tiene frecuencia y para más complicación, es estacionaria. O sea, es constante, no decae con la distancia y cubre todo el espacio. Por si no os lo he dicho, estamos en el límite de la Ciencia, y por esta zona hay que ir pisando con mucho cuidado.

Fotografía de Nikola Tesla en 1895 a los 39 años (Fuente: Mark Seifer Archive)


Muchos pensaréis que si no se puede medir esta energía, no entra en el campo de la ciencia. En cierto modo es así, pero recordad las dificultades que también existen en medir la velocidad y posición de una partícula subatómica, según el principio de incertidumbre de Heisenberg de la Física Cuántica.

Entonces, y ante la imposibilidad actual de detectar o medir esa energía escalar ¿podemos ver de alguna forma ese campo energético que nos envuelve? Bien, se puede, pero de forma indirecta.

El físico ruso doctor Konstantin G. Korotkov, de la Universidad de San Petersburgo, ha diseñado una máquina, llamada GDV (Gas Discharge Visualization), mediante la cual y de forma indirecta, se puede visualizar esa energía circundante. La máquina está diseñada para detectar esa energía en los dedos de la mano. Al introducir un dedo en el dispositivo, se produce una descarga eléctrica de un voltaje muy elevado con una intensidad bajísima (no hay peligro, recordemos que en la Ley de Ohm, V=I*R, la intensidad es lo que quema, no el voltaje). La interacción entre el campo electromagnético externo generado y el del propio dedo, produce una imagen que puede decir mucho de nosotros (nuestro estado de ánimo, de salud,...).

Imagen energética generada por el GDV


Otra cosa es interpretar, en base a esas imágenes, qué nos está pasando. Realmente aquí me pierdo del todo. La doctora Ana María Oliva, asistida por la coach Silvia Pallerola, nos permitió probar esta tecnología GDV y reconozco que, al interpretar las imágenes de mis dedos (realmente, la imagen resultante es de todo el cuerpo, ya que el software en el que se apoya el GDV, lo genera mediante transformadas de Fourier a partir de las de los dedos), acertó bastante bien mi estado anímico y de salud.

Un servidor con los asistentes al fantástico taller de la doctora Ana María Oliva.


Sé que hay personas con una sensibilidad extrema, que son capaces de notar el estado de ánimo o de salud de otras personas, sin utilizar esta máquina. ¿Cómo lo harán? ¿No sería bueno investigarlo? Hay que decir otra vez que estamos en Ciencia de frontera, no mecanicista, y eso en la sociedad actual todavía es complicado. Afortunadamente, científicos como Ana María Oliva tienen el coraje de adentrarse en estos campos, sin que suponga un problema para sus carreras. Desde aquí animo a los científicos que siguen rompiendo esquemas y paradigmas para hacer avanzar la Ciencia por nuevos derroteros, como es éste de la luz que tanto dice de nosotros y que muchas veces ignoramos.

Quedémonos con la idea de que, de una forma u otra, todos estamos conectados.

lunes, 7 de julio de 2014

Pensar es cansado y disgusta ¿En serio?

Muchas personas pensarán precisamente eso: pensar es muy cansado y además no trae más que problemas. Quizás es por estas personas por las que existen, por ejemplo, canales de televisión para no pensar (todos sabemos de que canal hablamos, así que no me tiréis de la lengua).

Pensar, en un momento dado, es verdad que puede ser cansado (aunque la mayor parte de las veces, muy estimulante), pero ¿puede disgustar? ¿es incómodo pensar? ¿nos buscamos excusas para no pensar?

Según un reciente trabajo publicado en Science así parece ser. Según este estudio, dirigido por el psicólogo Timothy Wilson, experto en el inconsciente y su influencia en el entorno, de la Universidad de Virgina (Estados Unidos), el 67% de los hombres y el 25% de las mujeres, prefirieron autoadministrarse una descarga eléctrica a estar de 6 a 15 minutos solos pensando, sin móviles, televisiones, ordenadores, libros ni nada que pudiera distraerles. Sí, sí, únicamente pensando en lo que quisieran, como cuando se castiga a los niños a irse al rincón "a pensar".

Timothy Wilson encontró que a una gran mayoría de las personas que accedieron a formar parte del estudio, no les gustaba nada quedarse ahí, sin hacer nada y enfrentados a sus propios pensamientos (curiosamente en los hombres ocurría más a menudo que en las mujeres). Para muchos, estar con sus pensamientos les parecía tan terrible que preferían lanzarse ellos mismos una descarga eléctrica antes que lidiar con ese morlaco.

El experimento se repitió en las respectivas casas de cada uno, para ver si había alguna variación, pero el resultado siguió siendo el mismo (hubo algún que otro tramposillo que luego confesó haber estado jugando con el móvil, a pesar de que no estaba permitido).

Para Wilson, todo esto parece una absoluta contradicción, ya que se supone que una de las cosas que nos hace humanos es nuestra capacidad de pensar y meditar.

Se sabe que el cerebro, cuando no está haciendo "nada" y está al ralentí, se activa una red neuronal llamada red neuronal por defecto (RND), que no es más que una serie de regiones que, en estado de reposo cerebral, colaboran entre sí para mantener ese estado.

Santiago Ramón y Cajal ya hablaba en sus artículos de los circuitos neuronales. Dibujo de Cajal de unas neuronas del cerebelo de una paloma.


Lo novedoso es que, según esta investigación, la activación de esta RND no es, ni mucho menos, tan habitual en el ser humano como podríamos esperar. Para algunos, la disipación de los pensamientos es una sensación placentera, pero para una importante mayoría es un fastidio.

Quizás lo que ocurre es que, en esta sociedad hipertecnológica tan llena de distracciones en la que vivimos, estamos perdiendo algo tan valioso como es estar con nosotros mismos, hacernos preguntas, conocernos, reflexionar, meditar.

Afortunadamente, se están abriendo camino nuevas disciplinas y herramientas que nos pueden ayudar y mucho a alcanzar nuestros objetivos y a perder el miedo a pensar y estar con nosotros mismos. Estoy hablando, por ejemplo, del coaching (en sus diversas modalidades, como es el ejecutivo, el de salud, el de vida, etc.), del mindfulness o conciencia plena (rama de la psicología que nos ayuda a ser conscientes en todo momento de nuestros pensamientos, emociones, sensaciones y en general al ambiente que nos rodea), etc.

Todo esto habría que comenzarlo mejor desde pequeños, enseñando a los niños a pensar y a hacerse preguntas (y que el pensar no sea un castigo por haber hecho algo incorrecto, sino un estupendo y divertido juego). Sólo así conseguiremos que lleguen a ser adultos conscientes y responsables.

Bueno, os dejo que penséis y reflexionéis sobre todo esto y ya me decís cuál es vuestro punto de vista. Lo que tengo claro es que prefiero estar con mis pensamientos, a darme calambrazos a lo tonto o estar viendo programas basura.

sábado, 5 de julio de 2014

Seguimos sin encontrar seres extraterrestres.

Pues así están las cosas. Busca que te busca todo el rato por esos Universos de Dios, y nada, que siguen sin aparecer esas criaturas extraterrestres de las que tanto se habla.

La mayor esperanza de los últimos tiempos para encontrarlos y saludarlos estaba en uno de los planetas que orbitan alrededor de la estrella enana roja Gliese 581. Concretamente el planeta Gliese 581g (bueno, tampoco es que se hayan exprimido mucho la sesera para bautizar al planeta de marras), que está "a tan sólo" 20 años luz de la Tierra (un paseíto).

Estrella Gliese 581 (Fuente: European Southern Observatory (ESO))


La historia comenzó allá por 2008, cuando el astrónomo australiano Ragbir Bhathal, miembro del SETI (Search for Extra Terrestrial Intelligence, una institución dedicada, como su nombre indica, a la búsqueda de inteligencia extraterrestre), detectó una única y misteriosa señal alrededor de esa estrella, que podría llegar a ser de algún ser extraterrestre más aburrido de lo normal.

En aquel año todavía no se había descubierto el susodicho planeta (tan sólo se tenía constancia de la estrella), pero Bhathal siguió escudriñando esa región del espacio intentando volver a captar ese pulso de luz que ya hizo que casi se cayera de la silla. Nada, no consiguió captar ninguna señal más en los siguientes meses. En su bloc de notas (porque todos los científicos tienen un bloc de notas) en el gráfico donde se mostraba la señal, apuntó "Is it ET?".

Lo más interesante de las investigaciones científicas, más que las respuestas, son las preguntas. Así que, meses después, otros astrónomos encontraron 3 planetas en la zona de habitabilidad de la estrella, a los que llamaron Gliese 581e, Gliese 581c y Gliese 581d (originales los chicos). Pero esos planetas se encontraban en el mismo borde de la zona de habitabilidad, por lo que seguia habiendo dudas.

Sistema planetario de Gliese 581, donde se muestra en color azul la zona de habitabilidad (Fuente: European Southern Observatory (ESO))


La esperanza llegó en 2010, cuando se descubrió el Gliese 581g, en plena zona de habitabilidad. ¿Provendría de allí esa misteriosa señal captada 2 años antes por Ragbir Bhathal?

La búsqueda de señales extraterrestres en aquél sistema planetario se convirtió en absoluta prioridad para la NASA. Tal es así, que llegaron, incluso, a enviar a aquella estrella y alrededores, 500 mensajes SMS. Y digo yo, ¿a quién se le ocurrió semejante perogrullada? ¿mensajes SMS? ¿es que acaso ya están allí los comerciales de Movistar vendiendo teléfonos a los extraterrestres? Bueno, esto último no me extraña demasiado. Y suponiendo que, de alguna forma, pudieran recibir los 500 SMS ¿no los considerarían spam y nos denunciarían? Teniendo en cuenta que aquello está a 20 años luz, todavía faltan unos añitos para que lleguen los mensajes.

Tamaño de Gliese 581 (izquierda) comparado con el de nuestro Sol (derecha) (Fuente: Wikipedia , Autor: RJHall)


El caso es que, recientemente, un equipo de astrónomos de la Penn State University (Universidad del Estado de Pensilvania) ha dado al traste con toda esta ilusión. Según sus investigaciones, la misteriosa señal no provino de inteligencias extraterrestes, ni siquiera del planeta Gliese 581g (el cual, también han dicho que ni existe), sino del interior mismo de la estrella.

De un plumazo se han cargado la señal misteriosa, los extraterrestres y nada menos que 3 planetas (ni Darth Vader con su Estrella de la Muerte hubiera conseguido tanto). Pero así es la ciencia, amigos, y prefiero que siga siendo así: la verdad ante todo.

No os preocupés, que ya tendremos tiempo de encontrar extraterrestres por ahí (aunque según Stephen Hawking, lo mejor es que no nos encontremos nunca, ya que lo más probable es que no sean muy amistosos que digamos). De momento, vamos a conformarnos con encontrar inteligencia terrestre, y lo demás ya se andará.

sábado, 28 de junio de 2014

Algo de luz sobre la materia oscura.

Uno de los misterios más grandes para la ciencia que existen actualmente es el de la materia oscura, que llena el Universo y que tan difícil es de detectar de forma directa. Otro misterio aún mayor si cabe es el de la energía oscura, que también impregna todo el Universo, pero cuya detección es todavía más difícil de llevar a cabo.

La idea de la materia apareció en el momento en el que las cuentas comenzaban a no cuadrar para los astrónomos. Siguiendo la física newtoniana y apoyándose en la Relatividad y en la cantidad de materia calculada por lo que se ve a simple vista, los astrofísicos se dieron cuenta de que los datos observados no se correspondían exactamente con los teóricos.

El físico suizo de origen búlgaro Fritz Zwicky fue el primero en sugerir la presencia de una materia invisible para nosotros pero que daba explicación a las diferencias observadas en las velocidades orbitales de las galaxias en los cúmulos. Esto ocurría en el lejano año de 1933, pero como la comunidad científica todavía no estaba preparada para estas ideas tan novedosas, se dio carpetazo al asunto y tanto Zwicky como su materia oscura fueron olvidados durante 40 años.

Hoy en día, se sabe que esta materia oscura tiene una enorme influencia no sólo en la citada velocidad de rotación de las galaxias (confirmado por la excelente astrónoma norteamericana Vera Rubin en los años 60), sino en otros fenómenos como son las lentes gravitacionales (distorsiones de la luz por enormes fuerzas de gravedad debido a grandes masas invisibles al ojo humano), la distribución de temperaturas en masas de gas caliente en galaxias y cúmulos de galaxias. Incluso las anisotropías (irregularidades) observadas recientemente en la radiación de fondo de microondas (ese remanente fósil del Big Bang que inunda el espacio) también pueden tener su origen en esta materia misteriosa.

Imagen del cúmulo de galaxias CL0024+17, tomada por el telescopio Hubble, mostrando la creación de un efecto de lente gravitacional cuyo porible origen es la materia oscura (Fuente: NASA/ESA)


Bueno, el hecho es que el Universo está tan lleno de materia oscura, que incluso los astrónomos se aventuran a predecir que, teniendo en cuenta también la energía existente, supone un 22% del total. Lo más sorprendente es que la materia y energía directamente detectable (vamos lo que tú y yo vemos cuando estamos en casa, en la calle, en un jardín o mirando a las estrellas) es tan sólo de un 4%. ¿Y el resto dónde está? El resto es lo que llaman la energía oscura (un nada desdeñable 74% del total) y es lo que menos conocemos. Estoy seguro de que estamos constantemente en contacto con esa energía oscura y ni nos damos cuenta (algunas personas extremadamente sensibles sí es posible que la noten, aunque no sepan mucho de ella).

Distribución de la materia y la energía en el Universo (Fuente: NASA).


A lo que íbamos. El caso es que de la materia oscura sólo tenemos constancia por los efectos que produce, pero no por haberla visto ni saber exactamente de qué está compuesta.
Tranquilos que ahora viene la noticia. Esto era una breve introducción a un tema un poco difícil de entender y de explicar.

La noticia es que recientemente, astrónomos de la NASA (desde el observartorio Chandra) y de la ESA (desde el observatorio X-MM Newton) han detectado, de forma simultánea,  una extraña e inesperada emisión de rayos X provenientes de 74 cúmulos de galaxias.

Imagen compuesta del cluster de Perseo, uno de los cúmulos donde se ha detectado la curiosa emisión de rayos X (Fuente: NASA , Autor: E. Bulbul et al.)

Una posible explicación a esta potente emisión es que podría haber sido generada por la desintegración de neutrinos estériles, una de las partículas que teóricamente son candidatas a formar parte de la materia oscura. Los datos no están todavía confirmados por observaciones adicionales, pero este descubrimiento puede ser el principio de la detección directa de esa escurridiza materia oscura de la que todo el mundo habla pero que nadie sabe lo que es.

Vamos a esperar a que haya más luz sobre este oscuro tema, pero a mí personalmente me parece un descubrimiento apasionante. Quién sabe las consecuencias que puede tener en nuestras propias vidas la confirmación de la existencia de esta materia oscura, y no digamos ya de la energía oscura, de la que hablaré otro día, y que se le supone la responsable directa de la aceleración en la expansión del Universo, observada recientemente, y que tampoco cuadra con lo previsto en la teoría.

jueves, 19 de junio de 2014

¿Somos esclavos de nuestros genes?

Realmente, la pregunta sería la siguiente ¿nuestros genes nos condicionan o nos determinan? Ciertamente la pregunta tiene su intríngulis y es de enorme interés (siempre lo ha sido desde que la genética dejó su infancia y entró en una edad más madura). Es por eso por lo que este pasado fin de semana asistí a un estupendo curso titulado "La biología del cambio de observador" impartido por el químico y coach Francisco Javier Junquera.

Estructura del ADN en una célula eucariota (Fuente: Wikipedia , Autor: KES47)


De todos es conocido que un pensamiento negativo o una actitud no muy positiva con la vida, influye en nuestro estado de ánimo. Pero ahora mismo, la ciencia va un paso más allá. Existen poderosos indicios y ciertas evidencias de que nuestros pensamientos y nuestras creencias tienen un efecto directo (tanto positivo como negativo) sobre nuestra biología. Todos hemos escuchado alguna vez el caso de alguien que ha pasado algún trauma o una mala experiencia en la vida y al poco tiempo ha desarrollado una enfermedad o una dolencia (es lo que los psiquiatras llaman trastorno de somatización). Estas personas irán de un médico a otro sin parar, tratando de encontrar las causas de sus males, cuando el origen realmente es de su propia mente.

Todo esto nos lleva a una antigua polémica filosófica que tuvo su auge en el siglo XVII con los racionalistas. ¿Están el cuerpo y la mente unidos? ¿Son la misma cosa que se nos representan de distinta forma? En esta cuestión existían dos líneas de pensamiento: la de René Descartes, que separaba tajantemente el cuerpo del alma (incluso determinó que el alma residía en la glándula pineal del cerebro) y la de Baruch Spinoza, para el que ambos entes estaban íntimamente ligados y cada uno influía en el otro (en su célebre frase Deus sive Natura, identifica a Dios y a la Naturaleza como algo equivalente).

Retrato de René Descartes, por Frans Hals


La ciencia está demostrando que, en este caso, a pesar de la genialidad de Descartes, Spinoza tenía razón, como dice el neurólogo portugués António Damásio. Nuestras emociones trascienden y se expresan directamente en nuestra biología. Ahí tenemos, por ejemplo, la producción de endorfinas por un lado (esos opiáceos endógenos que de vez en cuando segrega la glándula pituitaria y el hipotálamo y que hace que nos sintamos en la gloria) o la de adrenalina y cortisol (esas hormonas que hacen que nos sintamos estresados y acelerados, y por tanto mal).

Retrato de Baruch Spinoza, de autor anónimo


Y con esto llegamos a un tema crucial y es que el entorno influye, no ya solo en la segregación endógena de ciertas sustancias, sino en la propia genética. Esto es lo que se estudia últimamente en la nueva disciplina llamada Epigenética. Las emociones, el estrés, la nutrición, la contaminación, etc., pueden modificar los genes sin alterar su configuración básica.
Si estos genes alterados de la línea somática (en una palabra, la mayoría de células de nuestro cuerpo) llegan, en un momento dado, a la línea germinal (nuestros gametos), podrían ser incluso transmitidos a nuestros futuros descendientes.

Esta última afirmación no está exenta de polémica, ya que no se han encontrado todavía las suficientes evidencias de que esto esté ocurriendo. Se trataría de un nuevo lamarckismo de cambios genéticos inducidos por el medio ambiente al que todavía sigue un tanto reacia la comunidad científica. Afortunadamente, la ciencia es algo que se escribe por capítulos y cada capítulo nuevo puede borrar o modificar el anterior.

Por tanto, el avance de la Epigenética es algo imparable. Ya hay estudios que indican que los achaques de un importante número de pacientes de cáncer se deben más a alteraciones epigéneticas que a genes defectuosos heredados de sus ancestros.

Entre los factores epigenéticos más poderosos se encuentra la energía de nuestros pensamientos, la cual puede activar o inhibir la producción de proteínas mediante interferencia constructiva o destructiva del ADN (por ejemplo mediante un proceso bioquímico sobre la citosina llamado metilación, que puede hacer que ciertos genes no se expresen o lo hagan de otra forma). Atentos todos a lo que he dicho: la energía de nuestros pensamientos. He aquí el punto clave de la cuestión. ¡¡¡ Nuestros propios pensamientos pueden cambiar la expresión de nuestros genes y esto tiene un efecto directo sobre nuestro cuerpo ¡¡¡

Estructura tridimensional de la doble hélice del ADN (Fuente: Wikipedia , Autor: Richard Wheeler) 


Según lo dicho ¿podemos cambiar entonces nuestra biología con nuestros pensamientos? La respuesta es un SI rotundo. Respondiendo a la pregunta del principio, nuestros genes nos condicionan pero no nos determinan. Tenemos un cierto control y eso significa libertad de elección. Podemos elegir estar mejor, tanto anímica como físicamente, cambiando nuestro punto de vista de lo que nos preocupa. Está en nuestras manos.

Esto es lo que lo que significa la Biología del cambio de observador. Estamos ante un nuevo paradigma científico complementario a la medicina tradicional (la cual debe seguir existiendo, por supuesto), y al que se van uniendo cada vez más científicos sensibles con el problema.

Asistentes al curso de Biología del cambio de observador, con Kiko Junquera


Para el filósofo y bioquímico Ken Wilber, se trataría de respetar lo que él llama Gran Cadena del Ser (Materia - Cuerpo - Mente - Alma y Espíritu). Parafraseándole, es preciso darse cuenta de que "es importante utilizar un procedimiento congruente con el mismo nivel en el que el problema se manifiesta". Y esto lo saben muy bien los coaches que se dedican al tema de salud: se centran en la persona y no en la enfermedad.

sábado, 24 de mayo de 2014

Más luz sobre la enfermedad de Alzheimer.

El otro día hablaba sobre un posible origen de la enfermedad de Alzheimer en la evolución de la anatomía craneal desde la noche de los tiempos. Hoy vamos a seguir hablando en clave positiva de esta enfermedad.

Al joven bioquímico español, Alvaro Inglés, que trabaja en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Austria (tenemos muchos buenos científicos dispersos por los cuatro continentes), se le ha ocurrido la fantástica idea de combatir al Alzheimer mediante una novedosa herramienta hasta ahora no probada: activar las neuronas con luz y así promover la regeneración de las mismas.

Muchos pensaréis ¿pero cómo va a iluminar a las neuronas si en el cerebro está todo oscuro y cerrado? ¿va a introducir una linterna y la va a dejar ahí? Casi, pero no del todo. La herramienta propuesta es mucho más elegante.

Comparación anatómica entre un cerebro normal (izquierda) y otro con la enfermedad de Alzheimer (derecha) (Fuente: Wikipedia  Autor: ADEAR: "Alzheimer's Disease Education and Referral Center, a service of the National Institute on Aging.")


Alvaro Inglés ha diseñado unas proteínas artificiales a las que ha dado el nombre de quimeras, las cuales consisten en un receptor de un factor de crecimiento fusionado a una proteína sensible a la luz. De esa forma, al iluminar las células a las que se ha unido esa quimera, se activa el receptor del factor de crecimiento, instando a la célula mediante unas reacciones bioquímicas en cascada a través de móleculas internas llamadas segundos mensajeros, a crecer y dividirse.

Analizando esta estupenda idea se podría pensar que, ya que son los factores de crecimiento los responsables últimos del crecimiento y reparación celular ¿por qué no inyectarlos directamente en el cerebro? La respuesta es sencillamente por los efectos secundarios indeseables que tienen estas poderosas moléculas. Por tanto es mucho más seguro inyectar en zonas muy específicas del cerebro (lóbulos temporal y parietal, partes de la corteza frontal y circunvolución cingulada) el receptor de luz (la quimera) y activarlos cuando sea necesario.

Corte histológico de corteza cerebral con Alzheimer (tinción con plata) donde se observan las placas seniles (Fuente: Wikipedia  Autor: KGH)


Por este nuevo enfoque para el tratamiento y curación de la enfermedad, Alvaro Inglés recibió el pasado 19 de mayo en Israel una de las becas de la Fundación Dan David, dotada con 15.000 dólares. Estas becas se conceden a proyectos innovadores de alto riesgo pero con grandes ganancias (high risk, high gain).

Alvaro Inglés también tiene pensado ampliar esta herramienta al tratamiento de la enfermedad de Parkinson, un mal que también está centrado en una zona muy concreta del cerebro (la substancia negra) y que afecta a un tipo de células también muy específico (las neuronas pigmentadas).

Corte histológico de la substancia negra de un cerebro con Parkinson. Las manchas marrones son los llamados cuerpos de Lewy, inclusiones anómalas de la proteína alfa sinucleína en unión con otras proteínas en las neuronas pigmentadas (Fuente: Wikipedia  Autor: Suraj Rajan)


Las primeras pruebas se van a realizar en cultivos celulares para pasar después a la prueba en ratones. Todo esto llevará su tiempo, claro, pero si se consiguen pasar todas las fases con éxito, llegará algún feliz día en que las pruebas clínicas se realicen con humanos y esperemos que los resultados sean espectaculares. Personalmente creo que esta novedosa idea del joven científico español va a dar muchas alegrías en el futuro a los enfermos de Alzheimer y Parkinson, así como a sus familias.

lunes, 19 de mayo de 2014

La evolución de nuestro cráneo y la enfermedad de Alzheimer.

Todos conocemos cómo ha ido evolucionando nuestro cráneo a través de las distintas especies de homínidos hasta llegar a los actuales Homo sapiens sapiens (sigo pensando que este título es demasiado rimbombante para nosotros). En esta evolución podemos ir viendo cómo fue aumentando la capacidad craneal (aumento necesario para albergar un neocórtex tan hipertrofiado como el nuestro), además de ciertas características anatómicas como la desaparición del arco supraciliar, entre otras cosas más específicas que ya se las dejamos a los antropólogos.

Cráneo de la Sr. Ples, una guapa australopiteca (Australopitecus africanus) (Fuente: Wikipedia Autor: José Braga y Didier Descouens)
Cráneo de Homo erectus con su arco supraciliar (Fuente: Wikipedia Autor: Thomas Roche)
Esta evolución craneal que en un principio nos podría parecer que ha sido perfecta, en realidad nos puede haber complicado un poco la existencia.
Eso es lo que opina Emiliano Bruner, paleontólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), con sede en Burgos, justo al lado del Museo de la Evolución Humana, que os recomiendo visitar.
En un reciente artículo publicado en la revista Frontiers in neuroanatomy, Bruner y sus colaboradores creen que la reestructuración anatómica del cerebro (sobre todo en las áreas parietales) desde los antiguos australopitecos hasta el Homo sapiens actual "pueden haber creado una situación de vulnerabilidad a la neurodegeneración".

Dibujo de un cráneo humano realizado por Leonardo da Vinci (Fuente: Wikipedia)
En este artículo se aúnan distintas disciplinas como la evolución humana, la neuroanatomía, la bioquímica metabólica, la medicina, la paleontología y la neurobiología, para dar un cuadro completo de las relaciones entre todas ellas, de cara a poder sospechar esa influencia en enfermedades tan estudiadas y al mismo tiempo tan desconocidas como es el Alzheimer.

Pero no para ahí la cosa. Según estos investigadores, también la relación entre el cerebro y los huesos de la cara ha podido traer problemas de acoplamiento de los globos oculares a lo largo de millones de años de evolución, afectando a los procesos de la visión y dando lugar a problemas de miopía.

Vamos, que como podemos ver (los miopes como yo, menos, pero en fin), el evolucionar no es siempre sinónimo de que todo va a ir a mejor. A veces hay ciertas taras que vamos arrastrando desde la noche de los tiempos y sobre la que nunca nos hemos preguntado la verdadera causa. Ahí están también, por ejemplo, las muelas del juicio (otro problema de evolución craneal) o el apéndice.

Creo que este estudio es un buen comienzo para que la medicina y la paleontología sigan intercambiando información y sigan avanzando en el conocimiento de nosotros mismos. Quizás algún día, todos estos esfuerzos por comprender se vean recompensados con la desaparición de esa herencia del pasado como es la enfermedad de Alzheimer.

sábado, 10 de mayo de 2014

El "selfie" de Curiosity en Marte.

Ultimamente están muy de moda los llamados 'selfies', que no son más que fotografías tomadas a uno mismo como si fuera un retrato hecho por otra persona.
Hay personas muy habilidosas que, al hacerse uno de estos 'selfies' no parece que haya sido uno mismo el autor de la fotografía. A otros no nos sale tan bien, como podéis ver en la siguiente fotografía.

Este es un 'selfie' que me hice en el Parque Lineal del Manzanares. En este caso, más que Curiosity soy Curious (Fuente: fotografía del autor)


Hace poco, el robot Curiosity, que anda de excursión por el planeta Marte, se hizo uno de estas autofotografías, para deleite de los aficionados a los llamados space selfie , y la verdad es que le salió bastante bien para ser una máquina.

Aquí os presento al verdadero Curiosity posando para la posteridad (Fuente: NASA).


Aquí os dejo una versión interactiva de este 'selfie' de Curiosity, para que disfrutéis un rato dando vueltas por Marte como el que va por el Retiro. Esta pequeña aplicación permite rotar 360º alrededor de Curiosity y echar un vistazo al aspecto que ofrece Marte en estos momentos.




Mars Panorama - Curiosity rover: Martian solar day 613 in Out of this World

jueves, 1 de mayo de 2014

El animal más rápido del mundo.

Uno de mis álbumes de cromos favoritos que coleccioné cuando era pequeño (allá en los 70) era "El más y el menos", una especie de Libro Guinness de los records, pero un poco de andar por casa.
Era realmente fascinante ir consiguiendo cromos con títulos tan sugerentes como "el hombre más longevo del mundo" o "el ave más pequeña del mundo". Todo esto me llenaba mucho más que los típicos cromos de fútbol, que han existido de toda la vida y que seguirán existiendo por siempre jamás.

Album setentero de "El más y el menos" (Fuente: http://albumdiablo.blogspot.com.es/)


Pues bien, cuando llegabas al cromo titulado "el animal más rápido del mundo" veías el dibujo de un guepardo, que puede alcanzar una velocidad punta de 120 km por hora (más que el Seat 850 que tenía mi padre por aquellas épocas). Los niños alucinábamos con todos estos records y nos parecía que el mundo era maravilloso (lo sigue siendo, pero con menos magia quizás que cuando eres pequeño).

Esa creencia (la del animal más rápido) la he tenido hasta hace bien poco, cuando un estudiante de la Universidad de California, después de pasar todo un verano analizando y midiendo la velocidad a la que se movían unos pequeños animalillos de 7 milímetros de longitud llamados Paratarsotomus macropalpis (un ácaro de aquellas tierras), ha publicado sus resultados. La sorpresa ha sido que, extrapolando estos resultados (171 longitudes de su cuerpecillo por segundo) a la velocidad real que tendría una persona, da una cifra de alrededor de 2100 km por hora.

Algunos científicos, como Samuel Rubin, del Pitzer College, cree que estudiar el movimiento de estos ácaros, podrían ayudar a diseñar robots y dispositivos especiales hasta ahora no imaginados. Tiempo al tiempo.

Imagen de un ácaro al microscopio electrónico de barrido (Fuente: United States Department of Agriculture)


Lo curioso de todo esto es que los susodichos ácaros alcanzaban esas tremendas velocidades cuando la temperatura ambiente llegaba a los 60 grados centígrados (una temperatura letal para la mayoría de los animales).

A mí, personalmente, me parece normal que cualquiera salga corriendo a toda pastilla cuando se llega a esas temperaturas, aunque últimamente veo mucho quemado por ahí que no se mueve nada. La enseñanza de todo esto es que hay que evitar quemarse como sea, y por tanto hay que moverse.

lunes, 21 de abril de 2014

El misterioso anillo negro en los cielos ingleses.

Que están pasando cosas muy raras en las tierras inglesas, es un hecho. Hace poco hablaba de la invasión de ratas gigantes que estaba atemorizando a los habitantes de aquellas islas. Hoy voy a hablar de algo más raro aún que ocurrió hace unos pocos días.

La joven Georgina Heap, de 16 años, estaba jugando al tenis con su madre en Lemington Spa (Inglaterra), cuando, al levantar la mirada, descubrió un extraño anillo negro en el cielo. Como todas sus amigas, Georgina llevaba encima su iPhone (un momento, un momento, ¿llevaba el iPhone mientras jugaba al tenis? ¿y dónde lo llevaba?). Bueno da igual, continuemos. Decía que, de alguna forma, llevaba encima el iPhone, así que soltó la raqueta y se puso a grabar en video el misterioso anillo.

Este es el misterioso anillo, tal y como fue captado por la cámara de Georgina Heap (Fuente: Daily Mail)
El anillo estuvo así en el cielo durante unos 3 minutos, y pasado ese tiempo, se esfumó. Pero Georgina lo grabó todo todo y todo.

Como se trataba de un fenómeno tan extraño, que no sólo vio Georgina, sino unas cuantas personas más que andaban por allí, se preguntó a los servicios de emergencia y a los bomberos de la localidad si había algún fuego por esos bosques cercanos. Nada, ni una colilla mal apagada.

Los de la Oficina Meteorológica tampoco tenían conocimiento de que hubiera habido ningún fenómeno atmosférico fuera de lo común.

El tema llegó a los expertos (siempre llega a los expertos) y éstos fueron de la opinión de que se trataba de materia orgánica en suspensión. Vamos, en román paladino, que seguramente estábamos hablando de un enorme enjambre de insectos (posiblemente abejas) que se habían ido de excursión en vista del buen tiempo que hacía.

Y digo yo ¿un enjambre de abejas o nube de mosquitos con forma de anillo? ¿Y no sería algún globo o hula-hop que se le escapó a algún niño? o ¿alguien que estaba haciendo volutas de humo con su pipa (los ingleses son muy de pipa)? o ¿uno de los anillos olímpicos de Londres 2012 que lo han tirado por ahí al hacer limpieza de algún estadio? ¿será una señal del cielo indicando los goles que va a meter Inglaterra en el Mundial de Fútbol de Brasil 2014? Se admiten apuestas y sugerencias.

Y la pregunta más importante ¿las falditas de las tenistas llevan bolsillo para el iPhone? Todo muy raro.