El astrolabio de Azarquiel

El astrolabio de Azarquiel

domingo, 19 de diciembre de 2010

La buena educación puede matar (o no).

En estos tiempos que corren, cada vez vemos con mayor asiduidad, más muestras de falta de educación. Desconozco la causa, aunque podríamos echar la culpa a la crisis, al sistema educativo, a los padres, a los abuelos, a la televisión, qué sé yo. O quizás, a Tycho Brahe, famosísimo astrónomo del siglo XVI, cuya muerte tuvo que ver, al parecer, con la buena educación en la mesa. Quizás os suene su nombre por la famosa serie Cosmos, del desaparecido Carl Sagan.

De todas formas, veamos quién era Tycho Brahe y qué le pasó al pobre. Tycho Brahe nació en 1546 en Suecia (en aquellos tiempos llamada Escania, como la marca de camiones, y pertenecía a Dinamarca).



Retrato de Tycho Brahe (Fuente: Wikipedia)

Ya de pequeño se empezó a interesar mucho por la astronomía, sobre todo a raíz del eclipse de sol que observó cuando sólo tenía 14 años. Tuvo la suerte de haber sido adoptado por un tío suyo bastante millonario, por lo que no le costó mucho empezar a comprar libros de Astronomía.

Su tío no veía bien que su sobrino estudiara los astros, como un simple astrólogo, por lo que le envió a la Universidad de Leipzig a estudiar Derecho, como correspondía a su estatus nobiliario.

Tycho, a pesar de todo, continuó con su gran hobby. A los 16 años, observó una conjunción entre Júpiter y Saturno, pero con un mes de diferencia respecto a las predichas en las Tablas Alfonsinas (las de Alfonso X el Sabio, vigentes en toda Europa). Estaba claro que había que hacer algo.

Antes de continuar, tengo que aclarar que todas estas observaciones y las que seguirá realizando, se hacían al ojo desnudo, ya que todavía no se había inventado el telescopio.

Bien, el caso es que Tycho no podía soportar que hubiera errores de ese calibre, y se dedicó casi exclusivamente a registrar cuantos datos astronómicos pudo durante años de observaciones, con la mayor precisión posible. La exactitud fue una obsesión para Tycho Brahe.

A los 19 años se batió en duelo con un compañero de estudios. La causa: ver quién sabía más matemáticas de los dos. Lamentablemente, Tycho perdió la nariz en este desafortunado duelo, por lo que se hizo construir una postiza en oro y plata.

En 1572, ya de vuelta a su tierra natal, descubre en el cielo algo asombroso: una estrella que brilla cientos de veces más que el resto (más incluso que el planeta Venus, el famoso Lucero del Alba). No se lo podía creer, sobre todo teniendo en cuenta que todavía imperaban las ideas de Aristóteles sobre la inmutabilidad de los cielos. Se trataba de una supernova (estrella masiva que ha llegado al final de su vida y que ha aumentado de tamaño y de luminosidad de forma dramática) que fue visible durante 18 meses en toda Europa.

Tycho se convirtió en el astrónomo más famoso de Europa. Todo el mundo le consultaba e incluso el rey Federico II de Dinamarca le ofreció una isla donde poderse asentar y continuar sus estudios.

Al final, tras muchas negativas, Brahe aceptó quedarse en la isla de Hven, a la cual rebautizó como Uraniburg. Allí hizo construir una ciudad dedicada a la observación de los planetas y las estrellas. No escatimó en gastos, pero Tycho era feliz y encima protegido del mismísmo rey.



Plano esquemático de la época mostrando el diseño de Uraniburg (Fuente: Wikipedia)

En 1588 Federico II muere, sucediéndole Christian IV, para el que la astronomía no tenía demasiada utilidad. El nuevo rey le echó varias broncas a Tycho por cómo trataba a los habitantes de la isla e incluso le bajó el sueldo. Esto era ya demasiado, así que Tycho hizo las maletas, recogió sus valiosísimos datos que había recopilado tras años de paciente observación y se fue de allí junto con su enano Jepp (en aquellos años, tener un enano era símbolo de prosperidad en las principales cortes europeas).

En 1599 es invitado por el emperador Rodolfo II (sobrino de Felipe II y gran protector de los alquimistas y astrólogos, como su tío) a Praga. Se quedará en el castillo de Benatek, a 30 kilómetros de la capital, con una paga de 3000 florines anuales.

Un año después, aparece en Praga otro gigante de la Astronomía: Johannes Kepler. Invitado por Tycho Brahe, pasó una temporada en el castillo de Benatek. No obstante, Kepler no tuvo una buena impresión del ambiente que allí se cocía. Fue muy mal recibido por el hijo mayor de Brahe, Longomontanus, que veía en Kepler a un competidor, más cuando Tycho Brahe le encomendó la tarea de estudiar la extraña órbita de Marte (un planeta que, de vez en cuando, iba hacia atrás, al menos en apariencia como demostraría Kepler).


Orbita retrógrada de Marte (Fuente: Wikipedia)

Kepler estuvo a punto de marcharse de aquél castillo de locos, pero necesitaba imperiosamente los datos que había recogido Tycho Brahe, para poder desarrollar su teoría del movimiento de los planetas. Brahe le facilitaba los datos con cuentagotas.



Sello de la República Democrática Alemana conmemorativo de Johannes Kepler

En 1601 ocurrió la desgracia. En palabras de Kepler:

El 13 de octubre, Tycho Brahe, en compañía del maestro Minkowitz, acudió a cenar en casa del ilustre Rosenberg, y retuvo sus aguas más allá de lo que exige la cortesía. Al beber más, sintió que la tensión de su vejiga se incrementaba, pero puso la educación por delante de su salud. Cuando regresó a su casa, apenas fue capaz de orinar...
Tras cinco noches sin dormir, seguía sin poder soltar su agua sin experimentar grandes dolores, e incluso así la evacuación era difícil. El insomnio prosiguió, con fiebre interna que desembocó gradualmente en delirio, y la comida que comía, y que no podía retener, exacerbaba el mal. El 24 de octubre, su delirio cesó durante varias horas, la naturaleza venció y expiró pacíficamente entre los consuelos, plegarias y lágrimas de su gente.
¿Murió Tycho Brahe por no ir al servicio cuando su vejiga se lo pedía? ¿puede matar la buena educación?
Hasta hace poco eso se creía, pero recientemente se han analizado unas muestras del cadáver de Tycho Brahe (exhumado en 1901) y para asombro de todos, se han encontrado altas concentraciones de mercurio. Ante estos datos, el pasado mes de noviembre se ha vuelto a exhumar el cuerpo de Tycho Brahe para hacer más pruebas. ¿Murió Tycho a causa de sus experimentos alquímicos, en los que se usaba el mercurio? ¿Fue acaso envenenado por Johannes Kepler para que soltara de una vez todos sus datos astronómicos? ¿O quizás el envenenador sería el rey Christian IV, al enterarse de las relaciones que Tycho mantuvo con su madre? No sé si se sabrá alguna vez (aunque espero que Kepler salga libre de cargos), pero lo que está claro es que la educación no mata, sino la mala educación en todo caso.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El caballo de Santiago y la Batalla de Brunete.

La Batalla de Brunete fue, sin lugar a dudas, una de las más terribles que tuvo lugar durante la Guerra Civil Española. Estamos en el verano de 1937, transcurrido casi un año de guerra fratricida, una guerra que había comenzado como un pronunciamiento militar al estilo de los que tanto abundaron durante el siglo XIX.

Madrid se encontraba sitiada por sus tres cuartas partes (la única carretera más o menos franca era la de Valencia) y se había llegado a una estabilización del frente. Las tropas de Franco estaban empeñadas en ese momento en conquistar todo el norte de España (el País Vasco, Cantabria y Asturias) por lo que el frente de Madrid estaba relativamente tranquilo.
Largo Caballero había ideado una ofensiva sobre Mérida para cortar el territorio nacionalista en dos, pero tras los sucesos revolucionarios de Barcelona dimitió y el proyecto quedó en aguas de borrajas. Fue su sucesor, Negrín, junto con el general Miaja y el coronel Vicente Rojo (todavía no era general) los que planificaron un ataque sobre Brunete para romper el cerco de Madrid y liberar presión en el norte de España.

Brunete en aquellos tiempos era un pequeño pueblo cuyo nombre apenas era conocido, pero que tuvo la desgracia de estar en el lugar menos adecuado: justo en el cruce de dos carreteras: la que va de El Escorial a Navalcarnero y la que va de San Martín de Valdeiglesias a Alcorcón.

La noche del 5 de julio de 1937 las divisiones 11 (de Enrique Líster) y 26 (de Valentín González "El Campesino") bajan de los alrededores de Valdemorillo y comienzan el ataque sobre la pequeña y mal guarnecida localidad de Brunete.

El ataque relámpago fue todo un éxito, aunque por diversas razones (a veces contradictorias dependiendo del historiador) las tropas republicanas quedan allí estancadas. El general Franco, al que el ataque ha pillado "en bragas", lo mismo que a todos sus generales, envía los refuerzos que en ese momento es capaz de movilizar desde el frente del Norte: la IV y V Brigadas Navarras.

Los combates son durísimos durante días enteros. Brunete queda prácticamente destruido. Líster, ante varios casos de locura de alguno de sus hombres, decide viajar al Palacio del Canto del Pico (esa casa hoy abandonada en lo alto de unos riscos en Torrelodones, junto a la N-VI) donde se encuentran Miaja, Rojo e Indalecio Prieto, para pedirles el relevo de su maltrecha división. Prieto le responde: "Bueno, como esto es una cuestión de militares, yo me voy a echar una siestecita". Me hubiera gustado ver la cara de Líster ante esa contestación de su ministro.



Enrique Líster con algunos de sus hombres tras la Batalla de Brunete. Dicen que fue el único que engordó en esa batalla. (Fuente: es.wikipedia.org)

Sin entrar mucho en detalles sobre el curso de la batalla, el caso es que Rojo le promete a Líster que su unidad será relevada por la 14 División anarquista de Cipriano Mera (algo que ocurrirá demasiado tarde, pues Brunete fue retomado por los nacionalistas).

Tras espantosos combates llegamos al día 25, festividad de Santiago Apóstol. Hay una gran contraofensiva republicana y las cosas pintan mal para los nacionalistas. Y ahora es cuando se produce el hecho asombroso y poco conocido del que quería hablar, pero que fue muy comentado en su tiempo.

Según contó Franco a su director de ejercicios espirituales, el padre Ramón Sánchez de Léon en 1967, ocurrió lo siguiente:

De pronto, todos los combatientes, Saliquet y Franco incluidos, a eso de las doce del mediodía pueden ver, con enorme asombro, como aparece un soldado a caballo. Algunos creen ver que lleva debajo del casco una boina roja y que porta la camisa azul. Con bombas de mano va destrozando, uno a uno, todos los nidos de ametralladoras enemigas. Nadie comprende como ese “loco” puede sobrevivir y como no le alcanzan las balas enemigas. Franco cuenta que su acción les hizo avanzar posiciones y se atreve a decir que les ayudó a ganar la batalla.

El general Saliquet le recuerda en ese momento a Franco que era el día de Santiago y que, como ocurriera en la Batalla de Clavijo en el año 844, podría ser que ese jinete fuera el mismísimo apóstol que se ha aparecido para resolver el aprieto. Franco se quedó con la mosca detrás de la oreja, no porque dudase de que fuera Santiago, sino porque su caballo no era blanco. Me imagino que en aquél momento se acordó de esa adivinanza que todos hemos hecho de niños: "¿de qué color es el caballo blanco de Santiago?"



Santiago Matamoros en la Iglesia de Santigo, Carrión de los Condes. Dejemos tranquilo al pobre Santiago que no creo que desee entrar en ninguna guerra. (Fuente: es.wikipedia.org)

Bien, y digo yo después de haber escrito todo esto, si nos atenemos al principio de Ockam (del que quizás hable un día, pero que se puede resumir en que, en ciencia, la explicación más sencilla a un fenómeno suele ser la correcta) ¿qué es lo más probable que haya ocurrido?:

a) Efectivamente es Santiago Matamoros a caballo, modernizado eso sí, porque tira granadas de mano en vez de tirar de la espada.
b) Se trata de un soldado, posiblemente requeté (por lo de la boina roja), que ha enloquecido y ha entrado a tumba abierta en los nidos de ametralladoras enemigos.
c) Franco y Saliquet, con el calor que hacía, tuvieron visiones.
d) Esto se lo inventó Franco para impresionar a su director de ejercicios espirituales.

Apuesten y ganen un gallifante.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Arsénico por compasión.

Una de mis películas favoritas ha sido siempre "Arsénico por compasión" del inigualable Frank Capra. Rodada en 1944 y protagonizada por Cary Grant, se trata de una de las mejores comedias de la historia.
Un crítico teatral que acaba de casarse, decide ir a visitar a sus ancianas tías, antes de irse de luna de miel con su esposa. Al principio, todo transcurre con normalidad. Las dos ancianitas viven apaciblemente en su casa llevando una existencia de lo más caritativa, ya que siempre intentan ayudar a los más desvalidos. Poco a poco, Cary Grant irá descubriendo que esta caridad que aplican sus ancianas tías, tiene mucho que ver, lamentablemente, con un veneno mortal: el arsénico. Y no cuento más porque si no la habéis visto, os la recomiendo.


Portada de la película "Arsénico por compasión" (1944) (Fuente: http://www.filmaffinity.com/)

Pues bien, hablando del arsénico, todo el mundo sabe que es un poderoso veneno, como he dicho antes. Yo diría que es uno de los más conocidos, junto al cianuro. Pero ¿por qué es venenoso el arsénico?

El arsénico (símbolo químico As) es un elemento muy, pero que muy parecido al fósforo (símbolo químico P), siendo este último un ladrillo esencial en la constitución de todo ser vivo (el propio ADN está formado por fósforo, por no hablar de los huesos, que son puro hidroxiapatito, o de las proteínas).

El problema del arsénico es que puede ser fácilmente "confundido" por el cuerpo como fósforo, e incluido en las estructuras moleculares, pudiendo producir graves daños celulares e incluso la muerte (como en la película, pero ya no os cuento más de ella).

Hasta ahora, los biólogos siempre hemos considerado el arsénico como algo contrario a la vida. Pero sólo hasta hace unos pocos días.

Recientemente, la NASA ha hecho un descubrimiento importantísimo en relación a este tema. Un equipo de científicos, entre los que figuran el famoso Paul Davies, ha descubierto unas bacterias que, no solo toleran el arsénico, sino que lo incluyen en su metabolismo como si fuera agua. Estas bacterias han sido bautizadas como cepa GFAJ-1, que no es un bonito nombre para una bacteria, pero ya pensarán en algo mejor.

Estas bacterias han sido encontradas en el lago Mono, cerca del Parque Nacional de Yosemite, en California, un lugar rico en arsénico y que en teoría no debería permitir la existencia de ningún ser viviente.
Esta bacteria extremófila utiliza el arsénico para constituir sus proteínas e incluso su propio ADN.



Vista del lago Mono, en California (Fuente: es.wikipedia.org Autor: Michael Gäbler)

Los astrobiólogos están entusiasmados con este descubrimiento (si el recordado Carl Sagan estuviera todavía entre nosotros, seguro que se habría emocionado), ya que abre más posibilidades a la existencia de vida en otros planetas en condiciones extremas. Se ha conseguido aislar y cultivar estas bacterias en placas de Petri, observándose un aumento en la concentración de arsénico frente a una bajada del fósforo.

Pero las conclusiones de este descubrimiento pueden ser más asombrosas aún. Se está barajando la posibilidad de que en la Tierra haya habido dos orígenes de la vida completamente independientes entre sí (según esto, ahora habrían descubierto lo que algunos científicos están empezando a bautizar como Life 2.0).

No obstante, y quitando el detalle del arsénico, la nueva bacteria comparte la estructura molecular con el resto de los seres vivos, por lo que para Paul Davies, no se trata de Life 2.0, lo que viene a decir que todas tiene el mismo origen.



Micrografía electrónica de la bacteria (cepa GFAJ-1) (Fuente: Science/AAAS)

Sea como fuere, es una noticia muy interesante y no sólo en los círculos científicos. Tanto es así que días antes de la noticia, la NASA que ya había avisado de este descubrimiento sin decir de qué se trataba, no pudo evitar que un falso rumor se extendiera por "radio macuto": la noticia era el descubrimiento de vida extraterrestre (cuánto daño ha hecho Hollywood).

A pesar de este descubrimiento y de lo que dicen nuestras madres (que hay que comer de todo), sigue siendo nada recomendable probar el arsénico, ni siquiera por compasión.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Españoles en la Luna.

No sé si lo he comentado alguna vez, pero en la Luna (ese satélite anormalmente grande para un planeta tan pequeño como el nuestro) existen varios topónimos con nombre español. Más concretamente, de científicos españoles que han contribuido de forma importante al desarrollo de la astronomía.

Bueno, he dicho españoles, sí, pero la mayoría de esos topónimos se refieren a científicos que han existido cuando todavía España no era una nación, sino una piel de toro mal cosida con un montón de reinos luchando unos contra otros (y no siempre cristianos contra musulmanes). Uno de esos científicos fue el hispano-musulmán Azarquiel, al que está dedicado este blog. Otro, también muy famoso, fue el rey Alfonso X el Sabio, creador de unas tablas astronómicas (las Tablas Alfonsinas) que fueron de mucha utilidad durante toda la Edad Media.

Pero ¿hay en la Luna algún científico realmente español? Quiero decir, nacido en España como nación ya consolidada (aquí no voy a hablar de política, por supuesto).

La respuesta es sí. En la Luna existe un cráter llamado Catalán, y no en honor a Cataluña o a su Estatut, no. El nombre de este cráter está dedicado al físico español Miguel Catalán, una eminencia en espectrografía y hoy injustamente olvidado por la mayoría de sus compatriotas. Y es que a Miguel Catalán le tocó vivir en tiempos muy difíciles para un intelectual y para la ciencia en España (la Guerra Civil y la terrible posguerra).



Voy a tratar de sacar a la luz su interesante vida para que conozcamos algo más de nuestros grandes científicos olvidados.

Miguel Antonio Catalán nació en Zaragoza en 1894. Se graduó en Químicas en esa misma ciudad en 1909. Tras trabajar en varias industrias locales (lo que hoy sería un becario) se trasladó a Madrid para doctorarse.

En 1915 entró en la Sección de Espectroscopía del Laboratorio de Investigaciones Físicas, que dirigía el gran físico Blas Cabrera, dependiente de la famosa Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), que tanta relación tuvo con la Residencia de Estudiantes.



Pronto empezó a demostrar su brillantez como investigador, por lo que se le concedió una beca para viajar a Londres, donde estuvo en el laboratorio de Alfred Fowler, un gurú en espectroscopía.

Allí Miguel, con unos medios difíciles de conseguir en España, estudió los espectros complejos del manganeso, descubriendo sus patrones (los llamados multipletes), importantísimos en el futuro para analizar la composición química de objetos lejanos, como las estrellas.

Estos descubrimientos no pasaron desapercibidos en España, por lo que en una época tan buena para la ciencia como fue la Segunda República, se creó, expresamente para él la Cátedra de Estructura Atómica, Molecular y Espectroscopía, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid.

Como es de suponer, Miguel Catalán hizo muchísimas amistades con científicos de todo el mundo, lo que sin saberlo, le será muy útil en esos tiempos revueltos en España.

En julio de 1936, la sublevación militar le pilla en el pueblo segoviano de San Rafael, donde su suegro, Ramón Menéndez Pidal, tiene una casa.

Tras una serie de bombardeos, él y su familia se trasladan al cercano pueblo de El Espinar, pero al haber allí también peligro (recordemos el avance de las columnas nacionalistas del coronel Serrador hacia el Alto del León), pasan a Segovia.

En esta ciudad (en zona nacional) empezó a prestar servicios en el Centro de Información de Heridos. Allí, al ser "sospechoso" de no ser afecto a la causa "imperial", se le somete a una vigilancia por los servicios secretos de Franco.

En 1937 estos servicios secretos emiten un curioso informe al Servicio de Información Militar, en Burgos, con las averiguaciones de Catalán y familia. Tan "bueno" es este informe que a Miguel le cambian el nombre por Ramón. Este es la descripción "objetiva" que hacen de él:


RAMÓN CATALÁ, Doctor:
Un mentecato, célula comunista, juguete de su mujer y de su suegra. Era
Dr. en Ciencias cuando se casó con Gimena; como regalo de bodas le
dieron una cátedra en el Instituto de Segovia de donde era natural. Se
amañó un tribunal especial para él y la Institución lo consagró como sabio
y profesor de la Central.

Al finalizar la Guerra Civil, en 1939, Miguel Catalán por todas estas cosas (además de haber pertenecido a Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña) se vio privado de ejercer la docencia universitaria. Tuvo que malvivir con trabajos no acordes con su gran valía, en la empresa privada: los Mataderos de Mérida, los laboratorios IBYS (que estaban en la calle Antonio López), las Industrias Riojanas, etc.

Mientras tanto, sus amigos y colegas norteamericanos, ingleses y alemanes se preocupaban por él y por sus interrumpidas investigaciones que tan alto nivel habían alcanzado (y más en el país del "inventen ellos", que dijo Unamuno).

Intentaron que viajara a Estados Unidos, para seguir allí sus investigaciones, pero el régimen militar de Franco se lo impidió. Creo que ese exilio interior es, para muchos cosas, bastante peor que el otro.

En 1946, y ante las presiones internacionales, Miguel Catalán recuperó su cátedra. Según cuentan, las primeras palabras que pronunció fueron "decíamos ayer", como hiciera casi 400 años antes Fray Luis de León, al ser liberado por la Inquisición).



Al fin en 1949, Miguel viajó a Estados Unidos invitado por la American Philosophical Society, permaneciendo allí 15 meses. Fue en esta época cuando se decidió bautizar con su nombre uno de los cráteres de la Luna. A su vuelta, siguió ejerciendo su gran pasión, la investigación, en el Instituto de Optica del CSIC (en la calle Serrano). Su triste exilio interior había durado 10 años.

sábado, 6 de noviembre de 2010

El tamaño importa.

Dicen que el tamaño importa. Y efectivamente, para algunas cosas importa y mucho, como es el caso del tamaño de letra, sobre todo para los que llevamos gafas.
Recientemente, el equipo de Facebook (esa red social que a este paso va a acaparar todo el Universo conocido) nos ha despertado con una gran sorpresa: han decidido unilateralmente (como siempre, claro) disminuir el tamaño de letra de los contenidos del muro, pasando del Tahoma 13 píxeles a 11 píxeles.



Cuando hace 3 días, comencé a ver más pequeño, empecé a pensar en ir al oculista. Pero antes de hacerlo, hablé con San Google, ese oráculo que todo lo sabe y todo lo ve, y con tres palabras mágicas ("Facebook tamaño letra") me dio la respuesta. El caso es que la red está calentita con el tema, porque no es normal que de la noche a la mañana en Facebook decidan hacer forzar la vista a más de 500 millones de usuarios.
Intenté cambiar el tamaño de letra en el navegador (en mi caso Internet Explorer), pero todo seguía igual (debe utilizar CSS o cualquier otro invento que se pasa por el forrillo el tamaño que le quiera poner el usuario).
La única forma de poder seguir leyendo sin pegar la nariz a la pantalla es aumentando el zoom del navegador.

¿Reconsiderarán en Facebook esta acción tras las protestas de los internautas? No lo sabemos, pero sería bueno que lo hicieran. O al menos, que incluyeran un control para que fuera el usuario el que decidiera con qué tamaño de letra quiere leer los contenidos.

Bueno, ya me he desahogado. El siguiente post será más interesante, no lo dudéis.

martes, 2 de noviembre de 2010

Ajustemos el astrolabio antes de navegar.

Hoy, día de los Fieles Difuntos y para llevar la contraria, nace un nuevo blog con un extraño nombre: el astrolabio de Azarquiel.
Pero ¿qué es un astrolabio? ¿es un astro con boca? y sobre todo ¿quién es Azarquiel? ¿soy yo, por casualidad? Y por último ¿qué diablos tiene que ver todo esto con un blog?
Voy a intentar responder a todas estas preguntas que incluso yo mismo me he hecho, aunque no sé si la respuesta va a ser satisfactoria para todos.

Comencemos por la primera. ¿Qué es un astrolabio? Yo diría que esta pregunta es la más fácil, ya que muchos conocéis la respuesta.
Un astrolabio es (o más bien, era) un aparato, en apariencia sencillo, pero realmente bastante complejo, que permitía determinar la posición de las estrellas, y por tanto guiarse por ellas. Estaba compuesto de varias piezas móviles (la madre, la araña, la alidada, los climas, etc.) dando lugar a múltiples configuraciones, dependiendo de la latitud en la que se estuviera en un momento determinado. Fue un instrumento muy útil para navegantes, aunque no todo el mundo sabía utilizarlo correctamente. Podríamos decir que era el ordenador de la Edad Media, ya que también tenía otras utilidades, como medir distancias, calcular la altura del sol y por tanto la hora, calcular la latitud sabiendo la hora, etc. Vamos, un aparatillo muy completito. Algo así como un iPhone.


Astrolabio persa del siglo XVIII (Fuente: Wikipedia)
 No sigo hablando del astrolabio, porque tampoco lo controlo tanto como los navegantes medievales. Con decir que había una asignatura en la Universidad de Salamanca sólo dedicada al manejo y comprensión del astrolabio, es suficiente.

Vayamos a la siguiente pregunta. ¿Quién es Azarquiel? Bien, esta pregunta es más difícil, sobre todo por razones históricas. Estamos hablando de uno de los científicos más importantes que ha habido en toda la historia de la Península Ibérica, aunque al ser hispano-árabe se le ha olvidado casi por completo de los libros de texto. Azarquiel, cuyo verdadero nombre era Abu Ishäq Ibrahim Ibn Yahyà al-Zarqalluh (sí, he hecho un copy-paste del nombrecillo), fue un astrónomo de Al-Andalus, nacido en Toledo en la primera mitad del siglo XI. Entre otras grandes contribuciones científicas, mejoró el astrolabio dando lugar a la azafea. Queda claro que yo no soy Azarquiel (qué mas quisiera yo), nombre que por cierto se lo pusieron sus contemporáneos por los ojos azules que tenía (ojos zarcos). Ese va a ser el color predominante de este blog.

Podría seguir hablando maravillas de Azarquiel, como su capacidad autodidacta, su notable inteligencia, la realización de predicciones astronómicas con cientos de años de antelación, pero no quiero aburrir al personal, si es que hay alguien leyendo esta primera entrada. Como curiosidad y para que veáis la importancia que tuvo, os diré que existe en la Luna un cráter con su nombre (y no es el único científico ibérico que tiene su propio cráter, pero de eso ya hablaré algún día).

Imagen idealizada de Azarquiel en un sello de correos de España

Bien, ya estamos situados. Ahora con este maravilloso astrolabio de Azarquiel voy a comenzar a escribir y navegar por los procelosos mares virtuales, y lo haré sobre toda la variedad de temas que me interesan: la biología, la astronomía, la física, la arqueología, la numismática, la literatura, los libros, la fotografía, la ecología, la historia etc, etc, etc. Eso sí, cuando se me rompa el astrolabio dejaré de escribir, que hoy en día ya no quedan mecánicos que arreglen estas maravillas de la tecnología obsoleta, y si encuentro alguno, seguro que me cobra un pastizal.