El astrolabio de Azarquiel

El astrolabio de Azarquiel

sábado, 27 de noviembre de 2010

Españoles en la Luna.

No sé si lo he comentado alguna vez, pero en la Luna (ese satélite anormalmente grande para un planeta tan pequeño como el nuestro) existen varios topónimos con nombre español. Más concretamente, de científicos españoles que han contribuido de forma importante al desarrollo de la astronomía.

Bueno, he dicho españoles, sí, pero la mayoría de esos topónimos se refieren a científicos que han existido cuando todavía España no era una nación, sino una piel de toro mal cosida con un montón de reinos luchando unos contra otros (y no siempre cristianos contra musulmanes). Uno de esos científicos fue el hispano-musulmán Azarquiel, al que está dedicado este blog. Otro, también muy famoso, fue el rey Alfonso X el Sabio, creador de unas tablas astronómicas (las Tablas Alfonsinas) que fueron de mucha utilidad durante toda la Edad Media.

Pero ¿hay en la Luna algún científico realmente español? Quiero decir, nacido en España como nación ya consolidada (aquí no voy a hablar de política, por supuesto).

La respuesta es sí. En la Luna existe un cráter llamado Catalán, y no en honor a Cataluña o a su Estatut, no. El nombre de este cráter está dedicado al físico español Miguel Catalán, una eminencia en espectrografía y hoy injustamente olvidado por la mayoría de sus compatriotas. Y es que a Miguel Catalán le tocó vivir en tiempos muy difíciles para un intelectual y para la ciencia en España (la Guerra Civil y la terrible posguerra).



Voy a tratar de sacar a la luz su interesante vida para que conozcamos algo más de nuestros grandes científicos olvidados.

Miguel Antonio Catalán nació en Zaragoza en 1894. Se graduó en Químicas en esa misma ciudad en 1909. Tras trabajar en varias industrias locales (lo que hoy sería un becario) se trasladó a Madrid para doctorarse.

En 1915 entró en la Sección de Espectroscopía del Laboratorio de Investigaciones Físicas, que dirigía el gran físico Blas Cabrera, dependiente de la famosa Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), que tanta relación tuvo con la Residencia de Estudiantes.



Pronto empezó a demostrar su brillantez como investigador, por lo que se le concedió una beca para viajar a Londres, donde estuvo en el laboratorio de Alfred Fowler, un gurú en espectroscopía.

Allí Miguel, con unos medios difíciles de conseguir en España, estudió los espectros complejos del manganeso, descubriendo sus patrones (los llamados multipletes), importantísimos en el futuro para analizar la composición química de objetos lejanos, como las estrellas.

Estos descubrimientos no pasaron desapercibidos en España, por lo que en una época tan buena para la ciencia como fue la Segunda República, se creó, expresamente para él la Cátedra de Estructura Atómica, Molecular y Espectroscopía, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid.

Como es de suponer, Miguel Catalán hizo muchísimas amistades con científicos de todo el mundo, lo que sin saberlo, le será muy útil en esos tiempos revueltos en España.

En julio de 1936, la sublevación militar le pilla en el pueblo segoviano de San Rafael, donde su suegro, Ramón Menéndez Pidal, tiene una casa.

Tras una serie de bombardeos, él y su familia se trasladan al cercano pueblo de El Espinar, pero al haber allí también peligro (recordemos el avance de las columnas nacionalistas del coronel Serrador hacia el Alto del León), pasan a Segovia.

En esta ciudad (en zona nacional) empezó a prestar servicios en el Centro de Información de Heridos. Allí, al ser "sospechoso" de no ser afecto a la causa "imperial", se le somete a una vigilancia por los servicios secretos de Franco.

En 1937 estos servicios secretos emiten un curioso informe al Servicio de Información Militar, en Burgos, con las averiguaciones de Catalán y familia. Tan "bueno" es este informe que a Miguel le cambian el nombre por Ramón. Este es la descripción "objetiva" que hacen de él:


RAMÓN CATALÁ, Doctor:
Un mentecato, célula comunista, juguete de su mujer y de su suegra. Era
Dr. en Ciencias cuando se casó con Gimena; como regalo de bodas le
dieron una cátedra en el Instituto de Segovia de donde era natural. Se
amañó un tribunal especial para él y la Institución lo consagró como sabio
y profesor de la Central.

Al finalizar la Guerra Civil, en 1939, Miguel Catalán por todas estas cosas (además de haber pertenecido a Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña) se vio privado de ejercer la docencia universitaria. Tuvo que malvivir con trabajos no acordes con su gran valía, en la empresa privada: los Mataderos de Mérida, los laboratorios IBYS (que estaban en la calle Antonio López), las Industrias Riojanas, etc.

Mientras tanto, sus amigos y colegas norteamericanos, ingleses y alemanes se preocupaban por él y por sus interrumpidas investigaciones que tan alto nivel habían alcanzado (y más en el país del "inventen ellos", que dijo Unamuno).

Intentaron que viajara a Estados Unidos, para seguir allí sus investigaciones, pero el régimen militar de Franco se lo impidió. Creo que ese exilio interior es, para muchos cosas, bastante peor que el otro.

En 1946, y ante las presiones internacionales, Miguel Catalán recuperó su cátedra. Según cuentan, las primeras palabras que pronunció fueron "decíamos ayer", como hiciera casi 400 años antes Fray Luis de León, al ser liberado por la Inquisición).



Al fin en 1949, Miguel viajó a Estados Unidos invitado por la American Philosophical Society, permaneciendo allí 15 meses. Fue en esta época cuando se decidió bautizar con su nombre uno de los cráteres de la Luna. A su vuelta, siguió ejerciendo su gran pasión, la investigación, en el Instituto de Optica del CSIC (en la calle Serrano). Su triste exilio interior había durado 10 años.

sábado, 6 de noviembre de 2010

El tamaño importa.

Dicen que el tamaño importa. Y efectivamente, para algunas cosas importa y mucho, como es el caso del tamaño de letra, sobre todo para los que llevamos gafas.
Recientemente, el equipo de Facebook (esa red social que a este paso va a acaparar todo el Universo conocido) nos ha despertado con una gran sorpresa: han decidido unilateralmente (como siempre, claro) disminuir el tamaño de letra de los contenidos del muro, pasando del Tahoma 13 píxeles a 11 píxeles.



Cuando hace 3 días, comencé a ver más pequeño, empecé a pensar en ir al oculista. Pero antes de hacerlo, hablé con San Google, ese oráculo que todo lo sabe y todo lo ve, y con tres palabras mágicas ("Facebook tamaño letra") me dio la respuesta. El caso es que la red está calentita con el tema, porque no es normal que de la noche a la mañana en Facebook decidan hacer forzar la vista a más de 500 millones de usuarios.
Intenté cambiar el tamaño de letra en el navegador (en mi caso Internet Explorer), pero todo seguía igual (debe utilizar CSS o cualquier otro invento que se pasa por el forrillo el tamaño que le quiera poner el usuario).
La única forma de poder seguir leyendo sin pegar la nariz a la pantalla es aumentando el zoom del navegador.

¿Reconsiderarán en Facebook esta acción tras las protestas de los internautas? No lo sabemos, pero sería bueno que lo hicieran. O al menos, que incluyeran un control para que fuera el usuario el que decidiera con qué tamaño de letra quiere leer los contenidos.

Bueno, ya me he desahogado. El siguiente post será más interesante, no lo dudéis.

martes, 2 de noviembre de 2010

Ajustemos el astrolabio antes de navegar.

Hoy, día de los Fieles Difuntos y para llevar la contraria, nace un nuevo blog con un extraño nombre: el astrolabio de Azarquiel.
Pero ¿qué es un astrolabio? ¿es un astro con boca? y sobre todo ¿quién es Azarquiel? ¿soy yo, por casualidad? Y por último ¿qué diablos tiene que ver todo esto con un blog?
Voy a intentar responder a todas estas preguntas que incluso yo mismo me he hecho, aunque no sé si la respuesta va a ser satisfactoria para todos.

Comencemos por la primera. ¿Qué es un astrolabio? Yo diría que esta pregunta es la más fácil, ya que muchos conocéis la respuesta.
Un astrolabio es (o más bien, era) un aparato, en apariencia sencillo, pero realmente bastante complejo, que permitía determinar la posición de las estrellas, y por tanto guiarse por ellas. Estaba compuesto de varias piezas móviles (la madre, la araña, la alidada, los climas, etc.) dando lugar a múltiples configuraciones, dependiendo de la latitud en la que se estuviera en un momento determinado. Fue un instrumento muy útil para navegantes, aunque no todo el mundo sabía utilizarlo correctamente. Podríamos decir que era el ordenador de la Edad Media, ya que también tenía otras utilidades, como medir distancias, calcular la altura del sol y por tanto la hora, calcular la latitud sabiendo la hora, etc. Vamos, un aparatillo muy completito. Algo así como un iPhone.


Astrolabio persa del siglo XVIII (Fuente: Wikipedia)
 No sigo hablando del astrolabio, porque tampoco lo controlo tanto como los navegantes medievales. Con decir que había una asignatura en la Universidad de Salamanca sólo dedicada al manejo y comprensión del astrolabio, es suficiente.

Vayamos a la siguiente pregunta. ¿Quién es Azarquiel? Bien, esta pregunta es más difícil, sobre todo por razones históricas. Estamos hablando de uno de los científicos más importantes que ha habido en toda la historia de la Península Ibérica, aunque al ser hispano-árabe se le ha olvidado casi por completo de los libros de texto. Azarquiel, cuyo verdadero nombre era Abu Ishäq Ibrahim Ibn Yahyà al-Zarqalluh (sí, he hecho un copy-paste del nombrecillo), fue un astrónomo de Al-Andalus, nacido en Toledo en la primera mitad del siglo XI. Entre otras grandes contribuciones científicas, mejoró el astrolabio dando lugar a la azafea. Queda claro que yo no soy Azarquiel (qué mas quisiera yo), nombre que por cierto se lo pusieron sus contemporáneos por los ojos azules que tenía (ojos zarcos). Ese va a ser el color predominante de este blog.

Podría seguir hablando maravillas de Azarquiel, como su capacidad autodidacta, su notable inteligencia, la realización de predicciones astronómicas con cientos de años de antelación, pero no quiero aburrir al personal, si es que hay alguien leyendo esta primera entrada. Como curiosidad y para que veáis la importancia que tuvo, os diré que existe en la Luna un cráter con su nombre (y no es el único científico ibérico que tiene su propio cráter, pero de eso ya hablaré algún día).

Imagen idealizada de Azarquiel en un sello de correos de España

Bien, ya estamos situados. Ahora con este maravilloso astrolabio de Azarquiel voy a comenzar a escribir y navegar por los procelosos mares virtuales, y lo haré sobre toda la variedad de temas que me interesan: la biología, la astronomía, la física, la arqueología, la numismática, la literatura, los libros, la fotografía, la ecología, la historia etc, etc, etc. Eso sí, cuando se me rompa el astrolabio dejaré de escribir, que hoy en día ya no quedan mecánicos que arreglen estas maravillas de la tecnología obsoleta, y si encuentro alguno, seguro que me cobra un pastizal.