El astrolabio de Azarquiel

El astrolabio de Azarquiel

martes, 2 de noviembre de 2010

Ajustemos el astrolabio antes de navegar.

Hoy, día de los Fieles Difuntos y para llevar la contraria, nace un nuevo blog con un extraño nombre: el astrolabio de Azarquiel.
Pero ¿qué es un astrolabio? ¿es un astro con boca? y sobre todo ¿quién es Azarquiel? ¿soy yo, por casualidad? Y por último ¿qué diablos tiene que ver todo esto con un blog?
Voy a intentar responder a todas estas preguntas que incluso yo mismo me he hecho, aunque no sé si la respuesta va a ser satisfactoria para todos.

Comencemos por la primera. ¿Qué es un astrolabio? Yo diría que esta pregunta es la más fácil, ya que muchos conocéis la respuesta.
Un astrolabio es (o más bien, era) un aparato, en apariencia sencillo, pero realmente bastante complejo, que permitía determinar la posición de las estrellas, y por tanto guiarse por ellas. Estaba compuesto de varias piezas móviles (la madre, la araña, la alidada, los climas, etc.) dando lugar a múltiples configuraciones, dependiendo de la latitud en la que se estuviera en un momento determinado. Fue un instrumento muy útil para navegantes, aunque no todo el mundo sabía utilizarlo correctamente. Podríamos decir que era el ordenador de la Edad Media, ya que también tenía otras utilidades, como medir distancias, calcular la altura del sol y por tanto la hora, calcular la latitud sabiendo la hora, etc. Vamos, un aparatillo muy completito. Algo así como un iPhone.


Astrolabio persa del siglo XVIII (Fuente: Wikipedia)
 No sigo hablando del astrolabio, porque tampoco lo controlo tanto como los navegantes medievales. Con decir que había una asignatura en la Universidad de Salamanca sólo dedicada al manejo y comprensión del astrolabio, es suficiente.

Vayamos a la siguiente pregunta. ¿Quién es Azarquiel? Bien, esta pregunta es más difícil, sobre todo por razones históricas. Estamos hablando de uno de los científicos más importantes que ha habido en toda la historia de la Península Ibérica, aunque al ser hispano-árabe se le ha olvidado casi por completo de los libros de texto. Azarquiel, cuyo verdadero nombre era Abu Ishäq Ibrahim Ibn Yahyà al-Zarqalluh (sí, he hecho un copy-paste del nombrecillo), fue un astrónomo de Al-Andalus, nacido en Toledo en la primera mitad del siglo XI. Entre otras grandes contribuciones científicas, mejoró el astrolabio dando lugar a la azafea. Queda claro que yo no soy Azarquiel (qué mas quisiera yo), nombre que por cierto se lo pusieron sus contemporáneos por los ojos azules que tenía (ojos zarcos). Ese va a ser el color predominante de este blog.

Podría seguir hablando maravillas de Azarquiel, como su capacidad autodidacta, su notable inteligencia, la realización de predicciones astronómicas con cientos de años de antelación, pero no quiero aburrir al personal, si es que hay alguien leyendo esta primera entrada. Como curiosidad y para que veáis la importancia que tuvo, os diré que existe en la Luna un cráter con su nombre (y no es el único científico ibérico que tiene su propio cráter, pero de eso ya hablaré algún día).

Imagen idealizada de Azarquiel en un sello de correos de España

Bien, ya estamos situados. Ahora con este maravilloso astrolabio de Azarquiel voy a comenzar a escribir y navegar por los procelosos mares virtuales, y lo haré sobre toda la variedad de temas que me interesan: la biología, la astronomía, la física, la arqueología, la numismática, la literatura, los libros, la fotografía, la ecología, la historia etc, etc, etc. Eso sí, cuando se me rompa el astrolabio dejaré de escribir, que hoy en día ya no quedan mecánicos que arreglen estas maravillas de la tecnología obsoleta, y si encuentro alguno, seguro que me cobra un pastizal.

2 comentarios:

  1. Bueno Pedro, espero que los vientos te sean propicios en esta travesía y que arriben pronto en nuestras costas, esos mensajes en botella que vas a lanzar.

    Goyo

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, Goyo. Ya veremos a qué puerto nos conduce este barco. Iré escribiendo entradas sobre temas que me parecen curiosos e interesantes, siempre en un estilo ameno y desenfadado. No por ello voy a dejar de escribir en el blog del GIPL, por supuesto. Esto, sencillamente, es algo más.

    ResponderEliminar